viernes, julio 26

El Estado de Derecho “chueco” y la legalidad prostituida: Por Jesús López Segura / La Versión no Oficial

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Calderón anuncia la formación de un nuevo partido. Su impulsor mediático: Ciro Gómez Leyva, ¡claro!

https://youtu.be/tt09eZC_QcA

 

Por Jesús López Segura

Uno de los rasgos más odiosos de la naturaleza humana es el deformar en la práctica todos los carísimos valores y principios del más puro humanismo retórico. El pervertir, en los hechos, los conceptos más preciados con los que se llenan la boca los más diversos personajes del amplio espectro político de nuestro tiempo.

Ningún alto principio al que se le rinde pomposo homenaje desde el oficialismo conmemorativo se salva de ser secuestrado, prostituido y finalmente desaparecido de la realidad social y política que los venera en el discurso, al mismo tiempo que los traiciona, los apuñala y envilece en la praxis social y política.

Escucho hablar a Felipe Calderón en la entrevista que le hace Ciro Gómez Leyva; atiendo su “convincente” discurso sobre la legalidad y el bien común, su “genuina” preocupación por el desarrollo sustentable entre otras inverosímiles fanfarronadas de autoelogio, y no puedo evitar preguntarme ¿cuántos mexicanos que todavía le creen a este genocida disfrazado de blanca palomita tuvieron en su infancia un tipo de educación que los arrojó al estéril universo de la retórica engañosa como forma de vida?

¿Cuántos de ellos estudiaron la carrera de Derecho, una de las profesiones típicas de la deformación intelectual de nuestros políticos, que aprenden de memoria ordenamientos sesudamente plasmados en sacrosantas leyes que luego tendrán que desaprender en la práctica prostituida de esta esquizofrénica carrera?

Hubo tiempos en que era relativamente fácil discriminar a los liberales de los conservadores. A los revolucionarios de los reaccionarios. A los que se preocupan real, comprometidamente por el bien común, de aquéllos que sólo piensan en el bienestar de ellos mismos y sus familias y amigos -encubriendo esa voracidad individualista que los lleva al desprecio y explotación de los demás y, en algunos extremos, al racismo fascista-, en hipócritas discursos alejados por completo de la realidad en la que medran y se enriquecen a costa de los demás.

La cuarta transformación, dice Calderón Hinojosa -citando a alguien más-, no es otra cosa que la nueva transformación del PRI, mientras le confiesa a Ciro Gómez -¿a quién más?- que está pensando seriamente en la formación de un nuevo partido político, aprovechando la coyuntura legal que le da el 2019 y con la idea de que Margarita, su esposa, acepte participar. Hay muchos hombres y mujeres preocupados (por el triunfo del lopezobradorismo) que no tienen un plataforma dónde participar, incluida tu audiencia, Ciro y el PAN ha dejado de ser una alternativa, por eso pienso en esa posibilidad.

Quiere erigirse, pues, con la ayuda de su ex protegido mediático, como el líder de la reacción cacerolera.

“Dios es el amigo imaginario de los adultos”, sentencian en alguna de las muchas películas que veo a diario en la televisión. De igual forma podría decirse que La Democracia -así, con mayúsculas-, como El Amor, La Igualdad y Solidaridad, entre otros conceptos inscritos con letras de oro, son símbolos imaginarios que usan los políticos para seducir a las masas y aplacarlas mientras las desangran. Simulación de un Estado de Derecho torcido, una legitimidad deforme, una legalidad fingida por los mismos que la defienden con encendida oratoria en los templos de la mentira institucionalizada.

Calderón es un tipo esquizofrénico, probablemente un alcohólico -ahora sí que empedernido- incapaz de entender una verdad asombrosamente simple: su obsesión por llevar al extremo el paradigma obsoleto del prohibicionismo en materia de drogas, costó al país 130 mil muertos en su sexenio y otros tantos en el de su increíblemente torpe sucesor. Eso lo ha marcado para siempre como un genocida que debería aislarse en sus vicios en espera del juicio de la historia.

Tuvo su oportunidad de gobernar y arrojó a más de cien millones de seres humanos al infierno del horror, el miedo y la desesperación de una impunidad total, de casi el 99%. Piensa que Ciro Gómez será capaz de obrar el milagro de organizar a todas las víctimas del síndrome de Estocolmo de su administración e infectar a muchas más, para darle una segunda oportunidad.

Entienda de una vez por todas, señor Calderón, que el principalísimo deber de un gobernante es procurar bienestar a sus gobernados y no arrastrarlos -por sus estúpidos prejuicios contra las drogas- a la tragedia. Entiéndalo y no pretenda dar lecciones sobre “el bien común y el Tejido social”. Tenga un poco de vergüenza.

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