Coronavirus, ¿el Waterloo de AMLO? LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
El desprecio por la fase uno, de “contención”, será explotada por los opositores
El Gobierno de López Obrador ha mantenido inamovible la idea de que no hay, en este momento, razones para tomar medidas drásticas para frenar la propagación del coronavirus de Wuhan en nuestro país. Eso podría ser un error fatal de cálculo para millones de mexicanos expuestos a morir a causa de una pandemia que ha sido exitosamente contenida en China, pero no necesariamente en otros países con medidas gubernamentales más relajadas.
Ha repetido Hugo López-Gatell hasta la náusea que es imposible detener la llegada a México de la pandemia china y que, por lo tanto, hay que concentrarse en la fase dos, es decir, la “de transmisión comunitaria” a la que podríamos entrar en aproximadamente una semana y que consiste en el contagio masivo entre miembros de la misma comunidad, no como en la fase uno en la que el contagio proviene de viajeros que portan el virus desde otros lugares.
Que, “por ahora, no es necesario tomar medidas drásticas. Que ni exagerar antes, ni después. Ni tanto que queme al santo ni tan poco que no le alumbre”, ha sido la tónica de “prudencia para no generar pánico”. Pero cuando lo que está en juego es la muerte potencial masiva, nunca podrá haber “exceso de precauciones”
Pero ahí podría haber un gravísimo error que todavía estamos a tiempo de corregir. Si bien la llegada del virus a nuestro país ha sido inevitable, como lo demuestra el hecho de que ya tenemos 15 contagios comprobados con su innumerable cauda de contactos y “sospechosos”, ese número podría crecer en forma exponencial si no se toman medidas de contención, que son las del tipo que López-Gatell ha despreciado desde el inicio.
La lógica del equipo que toma las decisiones, y del cual el subsecretario no es más que su vocero, un magnífico vocero, por cierto, se puede resumir en un silogismo perturbadoramente envenenado: “Si el mal llegará de cualquier modo, hay que concentrarse en las estrategias a adoptar una vez que esté instalado en el país. Flojitos y cooperando, pues.
Pero la realidad es completamente distinta. Habría que evitar a toda costa la entrada al país de personas con probabilidades de contagio, que es exactamente lo que hizo Trump al prohibir el arribo de vuelos en su país provenientes de lugares donde la infección ha sentado sus reales.
Eso no significa que con esa medida se vaya a contener la llegada de más casos al país, diría López-Gatell pensando equivocadamente que ese esfuerzo sería, por lo tanto, tan monumental y perjudicial para la economía, como inútil desde el punto de vista epidemiológico. Pero no es así.
Contener la invasión de portadores potenciales no evitará ciertamente la llegada del virus, pero sí aminorará los casos de manera que puedan mantenerse en un grado razonable de control, para evitar la irrupción de la fase dos -que los López, Gatell y Obrador-, consideran inexorable y que, en México, por algunas peculiares características, podría ser mucho más fatídica que en China y otros países asiáticos y europeos.
China tiene un gobierno que la inmensa mayoría de sus mil 200 millones de ciudadanos respeta y acata sus decisiones con una disciplina de colmena. El gobierno mexicano, por el contrario, está siendo víctima de una asonada mediática por cuenta de grupos de la burocracia criminal que fue desplazada del poder y es la responsable directa de cientos de miles de asesinatos provocados por una política de guerra contra el narco. Guerra calculada perversamente para militarizar al país y saquear impunemente sus finanzas públicas.
México debería estar en una cuarentena estricta para evitar, a cualquier costo, que sigan llegando infectados hasta un punto en el que se completen los requisitos que desaten la fase dos.
Un gobierno bajo ataque de personajes que controlan al crimen organizado y están ansiosos de recuperar el poder político que les fue arrebatado en las urnas hace apenas un año y 7 meses, empecinados en hacer fracasar al gobierno de López Obrador a cualquier precio, con medios hegemónicos de comunicación bajo su mando absoluto y caracterizados por una falta de respeto total por la vida humana, pueden generar lo que sería equivalente a una guerra biológica de proporciones incalculables con millones de muertos que apuntarían en la cuenta de un “gobierno irresponsable”.
El Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) ha advertido, en su último informe, que el coronavirus se está expandiendo por el continente y “tanto la Unión Europea, como el Reino Unido se están moviendo rápidamente hacia un escenario de transmisión comunitaria sostenida del Covid-19”.
Por ello, recomienda pasar de un escenario de “contención” a otro de “mitigación”, que genere una respuesta más rápida para contener la expansión del virus. Por ahora, el riesgo de enfermedad grave asociada a infección por coronavirus para los habitantes europeos es “moderada”, en la población general, y “alta” para adultos mayores e individuos con enfermedades crónicas.
Pero el éxito deseable de la fase de mitigación depende de qué tan exitosa haya sido la fase previa de contención, que las autoridades mexicanas simplemente decidieron ignorar, con la ingenuidad de una mentalidad mágica -muy alejada del dominio de la ciencia social-, según la cual el “pueblo” -como entelequia abstracta-, es invariablemente bondadoso y bienintencionado y son solo unos cuantos malévolos neoliberales los que conspiran contra la felicidad de ese pueblo homogéneo, limpio y puro, que todo lo sabe y todo lo cura. Ojalá así fuera.
Si al final de cuentas llegaran a imponerse factores imponderables, es decir, no demostrados científicamente como el calor, o milagrosos como la Virgencita de Guadalupe, nadie podría acusar a AMLO, de cualquier forma, de haber “exagerado en precauciones”.
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