jueves, noviembre 21

Faltan 10 días para el regreso a clases ¡por televisión! LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

0
848

Esteban Moctezuma privilegió lo cuantitativo para ocultar su evidente conflicto de interés

Ante el acertijo que plantea la sana distancia, el secretario de Educación se sacó de la manga una “grandiosa idea” para suplir las clases en el aula. Es natural que don Esteban Moctezuma, quien se ha desempeñado por más de una década como empleado de una de las cadenas televisivas más importantes del país, optara por la facilona decisión que involucra, por donde quiera que se le vea, un evidentísimo conflicto de interés.

El argumento es simple y por eso se lo compra todo el mundo: como más del 90% de los hogares en México tienen un aparato televisivo, entonces las clases por televisión constituyen la mejor alternativa para alcanzar una cobertura máxima.

Si todos tuvieran una conexión de Internet y alguna computadora -de perdida una tablet modesta- la decisión se habría tomado quizá por esa otra vía, aunque no dudamos que don Esteban hubiera de cualquier manera pensado en sus amigos de las televisoras, y en la gran oportunidad de congraciarlos con el pueblo de México y con el Presidente.

Así pues, la decisión se tomó en función de la cobertura potencial, es decir, se privilegió el aspecto “cuantitativo”, sin importar en absoluto la calidad educativa y pedagógica del proyecto.

Si el secretario que logró convencer al Presidente López Obrador de esta burrada monumental, al grado de que el mandatario la definiera, en tono triunfalista, como una solución excepcional, “única en el mundo”, hubiera puesto un poco de atención en el programa de educación para adultos que la SEP auspicia desde hace muchos años, con relativo éxito cuantitativo pero excepcional logro cualitativo, quizá hubiera optado por otra solución que no descuidara ninguno de los aspectos fundamentales que la pandemia obliga.

Un auténtico educador hubiera pensado tanto en la calidad, como en la cobertura, y para lograrlo solo tendría que haber adaptado los programas de educación para adultos a las necesidades que la pandemia impone a los niños y jóvenes de México.

Los alumnos con Internet en casa podrían bajar los materiales, prepararse y acudir a asesorías en las escuelas, donde respetando escrupulosamente los dictados de la sana distancia, sus profesores podrían haber funcionado extraordinariamente como asesores y de esa manera no se les habría excluido y convertido en “pensionados precoces”.

Los alumnos que no cuentan con Internet en casa podrían acceder a computadoras que se establecerían en todas las escuelas del país, a un costo similar al que el proyecto televisivo de Moctezuma piensa obsequiarles a los megamillonarios dueños de las cadenas, que podrían transmitir clases -sin cobrar un solo centavo- como un apoyo adicional, pero no como el mecanismo fundamental para la evaluación.

De cualquier forma, la enseñanza abierta -con métodos como el de Sugata Mitra– constituye el futuro de la educación en el mundo, y la pandemia sólo hubiera acelerado un proceso ya en marcha en todos los países civilizados donde se ha comprendido que la enseñanza autoritaria en el aula funciona como un mecanismo legitimador de las desigualdades sociales -en sociedades con gobiernos autoritarios como los que prevalecieron en México en los últimas 3 décadas- y solo en muy raras excepciones como un mecanismo de movilidad social ascendente, como se aspira en un gobierno “transformador” como el del Presidente López Obrador.

Es una pena que ni Moctezuma ni el propio mandatario tengan la menor idea del terrible daño que le harán a la educación en México -y a la autoestima de los profesores excluidos en forma más drástica que en la “reforma” del peñismo-, con ese proyecto retrógrada de usar un aparato de estructura autoritaria como la televisión (porque sus mensajes corren en un solo sentido, impidiendo la retroalimentación básica en cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje) desdeñando la experiencia acumulada y el potencial integrador de los profesores como asesores en educación abierta, al tiempo que se aprovecharían las instalaciones escolares para los procesos de asesoría y evaluación, con apego estricto a las normas de la sana distancia.

Desde luego que las nuevas generaciones de niños de primer grado tendrían que esperar unos meses a que se apliquen las vacunas, ya a la vista afortunadamente.

Moctezuma no pensó en los niños y jóvenes. Pensó en sacudirle a su amigo Salinas Pliego el asuntito de Fertinal que tiene pendiente con el Gobierno y el pueblo de México.

Comments are closed.