martes, octubre 15

“El estado de salud de AMLO es bueno: lo darán de alta en unos días”: informe oficial

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En la información no oficial, se perfila un síndrome derivado de dosis excesivas de vitamina “P”

LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

 

Una vez que oficialmente el doctor Alcocer, secretario de Salud, ha declarado que el Presidente López Obrador se encuentra perfectamente bien y que su tercer contagio de Covid será superado en unos días, probablemente todo vuelva a la normalidad y la maledicencia que llegó a difundir incluso situaciones extremas como la muerte del mandatario, cierre por fin su venenosa boquita. Sin embargo, todavía quedan en el ambiente algunas dudas derivadas de la desastrosa estrategia de Comunicación desatada por el vocero Jesús Ramírez, quien debería ser incluido mañana, miércoles, en la simpática sección de “quién es quién en las mentiras”.

Cuando recién se estrenaba en el cargo de Gobernador sustituto en el Estado de México -hoy en una fuerte y trascendente disputa electoral-, César Camacho Quiroz me invitó a una reunión nocturna en su despacho, con su coordinador de Comunicación Social, “El Camaronero” Alfonso Camacho. Le pregunté de dónde sacaba energía, luego de una larga jornada de intenso trabajo, para convocarnos a esa hora en su oficina para exhortarnos a su vocero y a mí, a que, “como sus amigos, ambos, dejáramos los pleitos atrás y nos lleváramos bien”. No pude complacerlo porque Poncho, como la mayoría de los voceros mexiquenses -con honrosas excepciones- pensaba que su trabajo consistía en asfixiar económicamente los proyectos de comunicación independiente y crítica, mediante acciones de discriminación presupuestal que, a veces, llegan al extremo de terrorismo burocrático. Creíamos ingenuamente que estos hábitos autoritarios desaparecerían con la 4té, pero, desgraciadamente, se han recrudecido.César Camacho tomaba vitamina "P" como gobernador del Edomex

Su respuesta la traigo a cuento porque tiene que ver -a mi modesto entender- con la crisis de salud que sufre el Presidente López Obrador. Es la vitamina “P”, me dijo César Camacho. Es lo que le permite “echar el fua” a los hombres que ejercen el poder. Es el resto insospechado que todos tenemos en reserva pero que solo puede emerger cuando el futuro de otros depende de nosotros.

Luego de analizar cuidadosamente los desatinos increíbles en el rubro de Comunicación Social del obradorismo, en general, y de los últimos días en particular, he llegado a la conclusión de que un hombre que ronda los 70 años, con problemas de hipertensión arterial y antecedentes de infarto del miocardio, no puede darse el lujo de dedicar un promedio de 3 horas diarias de su valioso tiempo a insultar a medio México desde su púlpito matutino.

El exceso de vitamina “P” que le anima a emprender una ardua tarea de tiempo completo tan riesgosa, que incluye en los fines de semana volar desde las alturas de la Ciudad de México hasta el nivel del mar en Mérida, por ejemplo, variaciones repentinas y constantes que son veneno puro para los hipertensos (¿no se lo han dicho los doctores Alcocer y López Gatell?), le pueden provocar males cardiacos o cerebrovasculares graves (incluida una hemiplejia como sugieren “con fuentes irrefutables” los del equipo de Alazraki en YouTube).AMLO enfermo de Covid por tercera vez

Es tremendo el desgaste personal de don Andrés en su cruzada para encabezar “la revolución de las conciencias”, que consiste en convencer a medio país de que la otra mitad está conformada por “conservadores malignos”, es decir, periodistas chayoteros, gobiernos extranjeros que no respetan soberanías, neoliberales rateros, y más recientemente la mayoría de ministros de la Corte -incluida su presidenta- a los que no baja de “hipócritas, clasistas y racistas”.

El mejor antídoto para el exceso de poder es el poder mismo, en un sabio esquema de contrapesos. Tal es la lección que los ministros -podría decirse heroicos de la Corte– le dieron a un mandatario desbocado que debería dedicarse a conciliar, en vez de polarizar y si no lo hace por el bien del país, por lo menos por su salud personal.Edificio de la SCJN

Se trata de un hombre envalentonado por el ilimitado poder que le confieren sus fieles fanáticos, incluidos diputados y senadores de un Congreso incapaz de honrar su histórico papel de contrapeso ante los excesos del presidencialismo mexicano que se supone acabaría en la cuarta transformación, pero que paradójicamente se ha exacerbado hasta extremos de consentir los caprichos incomprensibles de un hombre presuntamente “de izquierda” con obsesiones militaristas desenfrenadas como las del mandatario que muy probablemente sufrió algo más que el Covid declarado oficialmente.

Y esto no es una especulación de “malquerientes” como dice el secretario de Gobernación, es un producto estrictamente racional derivado de las flagrantes mentiras del vocero y del propio Adán Augusto López, sobre el estado real de salud del Presidente, difundidas por un gobierno que ha jurado como sus más caros principios el no mentir y no traicionar…

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