Edita Chucho Ramírez el video donde policías ecuatorianos irrumpen en la embajada
Mas si osare un extraño enemigo, profanar con su planta el suelo de tu embajada en Ecuador, entonces convocas a todos los gobernadores morenistas en Palacio Nacional, con el pretexto de dar a conocer los avances del IMSS Bienestar (y el ridículo programa “El Centro de Salud es Nuestro“, tirando otros 6 mil millones de pesos en propaganda), pero en realidad para que cierren filas contigo (y desde luego con tu creatura sucesoria) en el tema cada vez más obviamente instrumentado, de manera artificial, del affaire ecuatoriano, estrategia diseñada perversamente para estimular una mórbida dizque unidad nacional que tú mismo te has dedicado tiempo completo a destruir.
Claro que la fanaticada rabiosa de nacionalismo instantáneo podría acusarnos de traidores a la Patria, por decir esto, henchidos como están de un fervor irracional, completamente ignorante de que la provocación se gestó desde aquí, independientemente de la reacción torpe y bananera del señor Noboa.
Fue AMLO y nadie más quien inició las hostilidades, violando la soberanía de Ecuador al sugerir, en un desplante groseramente injerencista, teorías de conspiración y asesinato en la disputa presidencial de aquel país, solo para respaldar a sus amigos correístas, acusando de “fachos” a las autoridades ecuatorianas, terminajo profundamente ofensivo que usa cada vez con más frecuencia don Andrés para detractar a cualquiera que no profese su doctrina cuasireligiosa.
Muy más mal asesorado, el Presidente mexicano decidió editar las imágenes de las cámaras de seguridad de la embajada mexicana en Ecuador, musicalizándolas y poníendoles letreros, para enviar ese video, así editado, a la Corte Internacional de Justicia –lo que constituye una franca estupidez ideada seguramente por Chucho Ramírez, porque la supuesta prueba queda, de esta forma, por completo anulada–, donde se ve a Roberto Canseco Martínez, Jefe de Cancillería en la embajada de México en Ecuador, un hombre aparentemente de la tercera edad, oponiéndose necia e imprudentemente a que los policías ecuatorianos aprehendieran al formalmente declarado delincuente común que se refugió en nuestra embajada.
La cada vez más lambiscona reportera de Contralínea, Nancy Flores, ofrece su solidaridad y presenta al imprudente diplomático mexicano como si se tratara de un héroe por forcejear con los policías, una y otra vez, a riesgo de ser lastimado, lo que por fortuna no ocurrió porque los uniformados tuvieron el suficiente cuidado para simplemente retirarlo y mantenerlo aparte.
Para completar el cuadro de heroicidad nacionalista ficticia, el mandatario venezolano Nicolás Inmaduro, aseguró que la vulneración de nuestra embajada se ejecutó en coordinación con Estados Unidos, lo que dio pie a don Andrés para increpar a “nuestro socio comercial”, porque tuvo “una posición ambigua” sobre el injerencismo ecuatoriano, frente al que exaltó “no podemos permanecer callados”.
Ya encarrerado en el frenesí de un fervor patrio simulado, el mandatario criticó más severamente a Canadá, con similares argumentos, porque su posición, dijo, ni siquiera fue ambigua, sino totalmente en contra de México, pero en abono a “la tranquilidad de los hermanos ecuatorianos” el Presidente aclaró que “somos pacifistas y no autoritarios”, sugiriendo con ello que no vamos a emprender acciones bélicas contra su país, aunque tampoco ofreció que trataría de controlar la injerencia de los cárteles mexicanos de las drogas en la vida y la muerte de esos “hermanos ecuatorianos”.
Por su parte, la candidata opositora Xóchitl Gálvez, cuestionada fuertemente hasta por los intelectuales orgánicos del prianismo por no haber “noqueado a Sheinbaum en el debate”, ahora sí se soltó el pelo y declaró sin tapujos que en su gobierno “las embajadas no serán cuevas de delincuentes” y aseguró que ahora “hay embajadores que son una vergüenza, que no tienen ni las habilidades ni las capacidades”.
A su vez, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, reivindicó este lunes la decisión de detener al exvicepresidente Jorge Glas el pasado viernes en un asalto a la Embajada mexicana en Quito, donde se encontraba refugiado, y reconoció su carácter de medida “excepcional” para evitar una “nueva burla” al Estado ecuatoriano.
“En una situación compleja y sin precedente que vive el país, he tomado decisiones excepcionales para proteger la seguridad nacional, el Estado de Derecho y la dignidad de un pueblo que rechaza cualquier tipo de impunidad a criminales, delincuentes, corruptos o narcoterroristas… Por ello no podíamos permitir que se asile a delincuentes sentenciados, involucrados en crímenes muy graves” y se ampara para ello en el Artículo III del Acuerdo de Caracas, el Artículo I de la Convención de Montevideo, y Artículo 41 de la Convención de Viena.