“Se hablan a ellos mismos” dice la presidenta electa. Calderón y Fox son traidores, acusan congresistas

AL GRANO. Por Jesús López Segura

Claudia Sheinbaum, la virtual presidenta electa de México, respondió con firmeza al manifiesto firmado por 23 exjefes de Estado, incluyendo a Felipe Calderón y Vicente Fox, que criticaron la Reforma Judicial propuesta por el presidente López Obrador. Sheinbaum desestimó el documento, considerándolo un intento ineficaz de influir en la política mexicana.

“Es como de mucho autoconsumo, ¿no? O sea, ¿en quién quieren influir, si no les funcionó el hashtag de ‘narcopresidente’ y ‘narcocandidata’? Ahora creen que un desplegado de exjefes de Estado vinculados con la derecha y el conservadurismo les va a funcionar”, comentó, subrayando que los firmantes, asociados con la derecha internacional, no tienen relevancia para el pueblo mexicano. Comparó esta situación con la intervención francesa del siglo XIX, acusando a los exmandatarios de buscar influencias externas.

23 ex jefes de Estado critican la Reforma Judicial de AMLO

Simultáneamente, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, con el respaldo de Morena y sus aliados, condenó el manifiesto de la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), tachándolo de ataque a la soberanía nacional. Legisladores de Morena, PT y PVEM calificaron de traidores a Fox y Calderón, argumentando que intentan conseguir en el extranjero lo que no lograron en las urnas. Además, señalaron que la reforma judicial busca eliminar la corrupción y los privilegios indebidos en el Poder Judicial, y que cuenta con el apoyo mayoritario del pueblo mexicano.

Los diputados de Morena resaltaron que varios firmantes del manifiesto enfrentan acusaciones de corrupción en sus respectivos países, lo que, según ellos, deslegitima sus críticas. Esta postura aparenta una firme defensa de la reforma judicial y una crítica contundente a los intentos de injerencia externa por parte de figuras políticas desacreditadas.

Lamentablemente, muy al estilo de la polarización promovida por el obradorismo en lo que llaman “la revolución de las conciencias”, se opta por la agresiva y virulenta descalificación a la crítica, sin abordar los argumentos sobre los que ésta se sustenta, a saber en el caso de la Reforma Judicial, que las experiencias de elegir jueces mediante el voto popular en el mundo, han terminado beneficiando al partido en el poder y se corre el riesgo de que los abogados de los narcos, por su poder económico, terminen imponiéndose en las urnas.

Magistrados de la SCJN

Nadie, ni la oposición, ni la prensa, y ni siquiera los propios ministros de la Corte mexicana niega la necesidad de una urgente reforma a un Poder Judicial tan corrompido o más que el Ejecutivo y el Legislativo, lo que se discute es la franca ingenuidad (o malignidad) de imponer jueces, magistrados y ministros que puedan resultar tan populares como incapaces. Personajes que defienden a quienes apoyaron sus campañas y no al pueblo que los elige. Que obedezcan a sus patrocinadores y no a la Constitución. Es tan obvio este peligrosísimo asunto en un país dominado por criminales, que nadie en su sano juicio podría creer que se impulsa esta reforma por “amor a la democracia”.

Debe haber formas mucho más seguras de explorar una reforma que garantice, sin lugar a dudas y controversias, la limpieza radical del sistema completo de procuración y administración de Justicia, que incluya a las fiscalías y ministerios públicos, donde también campea la corrupción, no solo en el aparato estrictamente judicial. Pero la mascarada de “democratizar”, es decir sustituir la capacidad legal con la popularidad, muy al estilo del obradorismo, no tiene ni pies ni cabeza, salvo para sus fanáticos seguidores, lo que es justamente lo que se explota para imponer esa reforma.