El Gober Precioso y sus secuaces están de vuelta con Alejandro Armenta, otra vergüenza de la 4té

En un nuevo episodio que evidencia las grietas del sistema político y judicial mexicanos, Adolfo Karam Beltrán, exdirector de la Policía Judicial de Puebla, acusado de torturar a la periodista Lydia Cacho, fue excarcelado este martes. Karam ganó un amparo que le permitió modificar las medidas cautelares que lo mantenían en prisión en el penal de Cancún, Quintana Roo, desde julio de 2023. Ahora, llevará su proceso en libertad bajo fianza, con la condición de no abandonar Quintana Roo.

Este hecho, lejos de ser un simple trámite legal, pone de manifiesto las persistentes fallas en la justicia mexicana, pero también refleja con PRÍstina claridad, el retorno del “marinismo” a Puebla, ahora vestido de guinda con la versión bis del “Gober Precioso”, Alejandro Armenta.

Karam Beltrán es señalado como el líder del operativo de traslado forzado de Lydia Cacho en 2005, durante el cual la periodista fue sometida a tortura física y psicológica. Este operativo, presuntamente ordenado por el entonces gobernador de Puebla, Mario Marín Torres, y respaldado por el empresario textilero pederasta Kamel Nacif –que le regalaba “preciosas botellas de cognac” a su cómplice Marín–, fue una represalia por la publicación del libro “Los Demonios del Edén”, en el que Cacho (otra heroína mexicana exiliada por el obradorismo) denunció la participación de políticos y empresarios en redes de pornografía infantil y trata de personas.

La excarcelación de Karam Beltrán no es solo un golpe para Lydia Cacho, quien desde su exilio ha luchado incansablemente por justicia, sino también para todos aquellos que creen en un México más justo. En redes sociales, Cacho reaccionó de manera contundente: “Karam –cómplice de mi tortura– es propietario de ERI, empresa de seguridad con permisos de armas y guardias especiales. Lo hemos denunciado desde hace años. Ya no me pregunten por qué no es seguro volver a mi país”. Sus palabras son un reflejo del sentimiento de impotencia que prevalece ante la aparente impunidad de los poderosos, bajo el cobijo de la “cuarta transformación”.

Lydia Cacho denuncia pornografía infantil

Este caso, que debería ser un símbolo de la lucha contra la corrupción y la violencia, ha sido desvirtuado por un sistema que parece proteger a los victimarios en lugar de a las víctimas. La libertad de Karam Beltrán bajo fianza es un recordatorio de que la justicia en México sigue siendo selectiva y que la lucha contra la impunidad aún está lejos de avanzar.

El caso de Lydia Cacho es emblemático, no solo por la gravedad de los crímenes denunciados, sino por la respuesta del Estado ante ellos. La excarcelación de Karam Beltrán, bajo cualquier justificación legal, envía un mensaje preocupante en un entorno donde la tortura sigue siendo una práctica recurrente y los vínculos entre el poder político y el crimen organizado son evidentes. La salida de prisión de uno de los principales implicados en este caso es un claro retroceso en la lucha por los derechos humanos y la libertad de expresión en México.