Ahora fue el hijo de Benítez Treviño el empoderado por la 4te. AL GRANO. Por Jesús López Segura

A días de que Trump nos deje caer la guadaña, parece que se cederá a priistas la negociación con el narco
Ayer supuse que la decisión de ceder la presidencia interina del Poder Judicial mexiquense a un incondicional de Humberto Benítez Treviño, el último procurador general de la República en la Presidencia de Carlos Salinas de Gortari –justo en el delicado marco de la Reforma al Poder Judicial tanto en la entidad, como en el resto del país–, debería obedecer a causas que, por donde quiera que se les mirara, rayarían en el escándalo.
Me pregunté quién o quiénes dentro del morenismo mexiquense podrían tener el suficiente poder como para cederle al ícono del hankismo y del Grupo Atlacomulco, semejante importantísima posición y por qué. Recordé entonces que Eruviel Ávila, rescató del ostracismo a Benítez cuando fue despedido de la Profeco, en forma humillante, por el Presidente Peña, debido el escándalo de su hija Andrea, “Lady Profeco”.

Eruviel Ávila rescató a Humberto Benítez Treviño luego de que Peña Nieto lo corriera de la Profeco
Como ahora “El Chapitas”, entonces gobernador priista, presume de ser miembro de la 4té (desde el pepenadero verde) creí equivocadamente que él y solo él podría tener la intención (aunque no el poder suficiente) de rescatar al heredero de su antiguo camarada. Por eso sugerí que Higinio Martínez, con quien ha coincidido en el Senado, podría haber apoyado tal nombramiento, aparentemente irracional para el espíritu de la 4té en general y de la Reforma Judicial en particular.
Pero con la nominación del hijo de Benítez Treviño, al día siguiente, al frente de los notarios en la entidad, y sobre todo los elogios del secretario Horacio Duarte hacia su padre, me ha caído el veinte de que el análisis debe apuntar hacia otro lado y más alto.

Horacio Duarte asiste a la toma de protesta de Humberto Benítez González como presidente del Colegio de Notarios
Recordé entonces un comentario que mi hija Fernanda me hizo hace algunos días cuando le platicaba mis impresiones sobre la extraordinaria serie “Narcos México” que acababa de ver en Netflix, por segunda vez, y le decía que me llamó la atención cómo en esa serie -muy atinada en muchos aspectos- ubicaban a Carlos Hank González, abiertamente, como quien manejaba las exitosas relaciones del gobierno de Salinas con los narcos, en el contexto del entonces reciente asesinato y tortura del agente de la DEA Kiki Camarena. Fernanda me dijo: “es que los morenistas no saben cómo negociar con los narcos, tema en el que los priistas eran expertos”.
Y es cierto. La increíble torpeza e ingenuidad con la que el expresidente López Obrador trató el tema de los “abrazos y no balazos” a los delincuentes, el reconocimiento de que él ordenó soltar al hijo del Chapo luego del Culiacanazo y, sobre todo, su molestia y airado reclamo a los gringos, en lugar de haberlos felicitado por el secuestro y captura del Mayo Zambada, aunado a los apapachos prodigados al narcogobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, respaldan a mi parecer la afirmación de Fernanda.

López Obrador fue calificado durante su gestión como narcopresidente
Los priistas –antes de que Calderón, “el Comandante Borolas”, pateara el avispero– contenían el genocidio mediante el sabio mecanismo de proteger al cártel que le garantizara al gobierno que su negocio no afectaría a la población civil, ni se diversificaría en otras actividades como el secuestro y la extorsión. Oficialmente se combatía a los narcos que violaran esos acuerdos y se mantenía en secreto que existía un cártel que compartía ganancias con el gobierno, dinero en dólares para controlar sindicatos, medios de comunicación y al final del salinato, comprar con prestanombres las empresas paraestatales.
Ahora que Trump nos amenaza con clasificar a los narcos mexicanos en general como “terroristas”, con las potenciales gravísimas consecuencias para nuestra soberanía, no me extrañaría que la indudablemente inteligente doctora Claudia Sheinbaum haya dado la instrucción, secreta desde luego, de dejar en manos de priistas expertos el delicado tema de la negociación con los cárteles, sometiendo, con la labor implacable de Omar García Harfuch, a los delincuentes que queden fuera de las negociaciones, es decir, que no acaten la nueva pax narca que exige Mr. Trump.

Omar García Harfuch y Claudia Sheinbaum
En los orígenes del prohibicionismo impuesto por Nixon para someter a los jóvenes que protestaban contra la guerra de Vietnam, la marihuana mexicana era muy apreciada entre los consumidores gringos, y los priistas desarrollaron un esquema secreto de negociación para proveer al mercado consumidor más grande del mundo, pero simulando una “lucha contra el narco” que solo afectaba a los grupos delincuenciales (todavía no identificados como poderosos cárteles internacionales de la droga) que se salían del huacal, es decir, del control gubernamental.
Luego vino la cocaína colombiana a modificar a las organizaciones criminales del país y a dificultar mucho el control gubernamental de la violencia. Conviene en este punto echar un vistazo breve al grado real de afectación de las drogas en los últimos 20 años en el mundo:
Marihuana: Casi 0 muertes por sobredosis en los últimos 20 años. Un mínimo de casos asociados principalmente a accidentes de tránsito, por ejemplo.
Cocaína: Alrededor de 400,000 muertes asociadas a problemas previos de enfermedades cardiovasculares principalmente, en las últimas dos décadas.
Morfina: Probablemente en el rango de 200,000 a 300,000 muertes directas por sobredosis en las últimas dos décadas, incluyendo su abuso como opioide recetado.
Heroína: Más de 1 millón de muertes directas en 20 años.
Alcohol: 60 millones de muertes en los últimos 20 años

El alcohol ha matado a 60 millones de personas en los últimos 20 años
CONCLUSIÓN:
El fentanilo es una droga al menos 50 veces más potente que la heroína, por lo que la idea de “pactar” con cárteles para invadir el mercado norteamericano sin crear violencia en México, es descabellada por completo. Si la idea es negociar con los narcos para disminuir la violencia y olvidarse del fentanilo, a fin de seguir traficando hacia el resto del mundo drogas tradicionales inocuas como la marihuana y relativamente blandas como la cocaína, sería una estrategia que podría contener la ira del Presidente Ku Klux Klan y justificar acudir a los expertos en negociación narca del Grupo Atlacomulco en el Edomex y del priismo en general para el resto del país, incluido el fallido intermediario con el narco en Sinaloa, Rubén Rocha Mayo… perdón, Moya. Ya veremos.