¿De qué forma le tiene que decir Trump a doña Claudia que lo hecho hasta ahora es in-su-fi-cien-te?

Dos días le ha tomado a nuestra Presidenta, en abierto forcejeo con la corresponsal de Proceso en “La Mañanera del Pueblo”, Dalila Escobar, sembrar ante la opinión pública la idea -por donde quiera que se le vea errónea e imprudente- de que el General Salvador Cienfuegos fue víctima de acusaciones falsas por cuenta de las autoridades gringas, a mediados de octubre del 2020. Errónea porque Cienfuegos fue exonerado aquí por Gertz Florero, pero no en Estados Unidos, donde jamás fue declarado inocente y textualmente fue devuelto por consideraciones de tipo político “del más alto nivel”. E imprudente, porque al Presidente Ku Klux Klan -a punto de atacarnos con sus famosos aranceles- no debe hacerle ninguna gracia que el Fiscal general de México señale a su gobierno de mentiroso, y de haber acusado “sin pruebas” al General Cienfuegos.

Cuando el entonces presidente López Obrador se enteró de la captura de Cienfuegos, declaró de bote pronto en su Mañanera, textualmente, que “la detención por vínculos con el narcotráfico del general, titular de la Secretaría de la Defensa Nacional en el gobierno de Enrique Peña Nieto, es un hecho muy lamentable, porque es una muestra inequívoca de la descomposición del régimen, de cómo se fue degradando la función gubernamental en el país durante el periodo neoliberal”.

Enrique Peña y el general Salvador Cienfuegos

Y para no dejar dudas al respecto, AMLO adelantaba, categórico que, “como hicieron tras la detención de Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública con Felipe Calderón, los civiles en el gobierno o elementos de las fuerzas armadas involucrados en las acusaciones contra Cienfuegos serán suspendidos y, si es el caso, puestos a disposición de las autoridades competentes”.

Claro que al día siguiente AMLO reculó por la histérica respuesta de Marcelo Ebrard, entonces canciller, quien expuso su enorme disgusto con el gobierno norteamericano por no haber informado a la Cancillería sobre sus planes de detener al militar mexicano, histeria que culminó con amenazas abiertas de prácticamente cancelar todo tipo de cooperación con Estados Unidos en materia de lucha contra la delincuencia, si no liberaban de inmediato al general para que fuera juzgado en nuestro país, donde finalmente Gertz terminó exonerándolo en fast track.

AMLO reculó por la respuesta de Ebrard de juzgar a Cienfuegos en EE. UU.

Valiente y bien plantada, pero muy enredosa en sus planteamientos y preguntas, Dalila Escobar tuvo que enfrentar hoy, martes 11 de febrero, a un agresivo fiscal que trató de exhibirla como necia, “¿en qué forma te lo puedo explicar?”, para regocijo de varios reporteros aduladores del poder, tipo “Lord Molécula”, que pueblan la mañanera.

La pregunta tendría que habérsela formulado a Marcelo, presente en la conferencia, en el sentido de ¿cómo le hizo para convencer a AMLO de recular en su planteamiento inicial?

Todo este penosísimo asunto empezó ayer cuando Dalila logró armar una pregunta que apuntaba en el sentido de ¿por qué invitar al General Cienfuegos al evento de la “Marcha de la Lealtad” cuando fue señalado por el gobierno gringo de narco, por mucho que fuese exonerado después en México?

La respuesta de doña Claudia fue, en ese momento, basada en la lógica burocrática, en términos de que el protocolo indica que los ex secretarios de la Defensa deben asistir como invitados a dicho evento.

Sheinbaum defendió la presencia de Salvador Cienfuegos en la “Marcha de la Lealtad”

Dalila, como digo enjundiosa pero confusa, debió haber replicado con un cuestionamiento elemental: ¿Por qué no aplicó usted esa misma lógica burocrática del protocolo cuando excluyó a la Presidenta del Poder Judicial, Norma Piña, del gran evento conmemorativo de nuestra Constitución en Querétaro? ¿El protocolo se maneja a contentillo?

Pero la pregunta crucial que alguien, ¡por vida de Dios!, debería plantearle a doña Claudia es: ¿Qué gana usted, señora Presidenta, defendiendo al general Cienfuegos, nada menos que el secretario de la Defensa durante multitud de masacres como las de Ayotzinapa y Tlatlaya, cuando el reloj de los aranceles marcha inexorable, y Donald Trump podría referirse a usted en los mismos indecorosos términos del Sansón Gertz contra Dalila Escobar, es decir, ¿de qué forma le tengo que plantear a usted que lo que ha hecho hasta ahora es in-su-fi-cien-te y lo único que quiero es que deje de solapar a “terroristas” que inundan de fentanilo a mi país, y que contenga el flujo de migrantes indocumentados?

Cienfuegos era el secretario de la Defensa durante las masacres de Ayotzinapa y Tlatlaya

¿No debería ser doña Claudia la primerísima interesada en abatir, de una vez por todas, a los narcotraficantes y a sus cómplices en la burocracia corrupta, tanto pública como de la iniciativa privada?

¿Cómo puede hablar de defensa de la soberanía cuando en vastas zonas del territorio nacional los delincuentes hacen enteramente de las suyas impunemente?