Yasmín Esquivel, la ministra del “Copy-Paste”, se empeña ahora en “transformar la Justicia”

Acompañada por maestros del SNTE, se autoproclamó garante de la independencia del Poder Judicial
Ecatepec, Mex. – Con una confianza digna de mejor causa, Yasmín Esquivel Mossa inició su campaña para integrar la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), pidiendo el voto para ser la “ministra de la transformación”. Sí, la misma Esquivel cuyo nombre se ha convertido en sinónimo de “creatividad académica” tras el escándalo de plagio de su tesis profesional.
Acompañada de un grupo de maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que seguramente aplaudieron su peculiar interpretación del esfuerzo académico, la ministra aseguró que su misión es garantizar la independencia y autonomía del Poder Judicial. Eso sí, dejando claro que estas no están reñidas con la “colaboración” entre poderes, en una visión de justicia que suena más a subordinación con retórica decorativa.
“Hoy mi compromiso es claro, ni un paso atrás en la lucha contra la impunidad”, declaró Esquivel sin inmutarse, a pesar de que su propia permanencia en la SCJN tras el escándalo de plagio fue una obra maestra de impunidad. Con una audacia que raya en el cinismo, convocó a la renovación del Poder Judicial y advirtió que la justicia “no se negocia”. Eso sí, el mérito académico y la integridad intelectual, al parecer, sí.
Desde el gimnasio del Tecnológico de Estudios Superiores de Ecatepec, donde encabezó su evento de inicio de campaña, la ministra declaró que, si el Poder Judicial entra en el “humanismo mexicano”, la transformación llegará a todo el país. Un concepto bastante flexible de humanismo, considerando que viene de alguien que se aferró a su cargo pese a las pruebas contundentes de su falta de ética profesional.
Mientras los asistentes coreaban “Esquivel, Esquivel, presidenta, presidenta”, la ministra aseguró que el pueblo ya no necesita jueces en torres de marfil ni expedientes empolvados, sino respuestas rápidas y eficientes. Claro, porque si algo ha demostrado Esquivel es que no pierde tiempo en procedimientos engorrosos como, por ejemplo, escribir su propia tesis.
La candidata a “ministra de la transformación” proclamó su compromiso con una justicia de “puertas abiertas”, donde nadie tenga que recorrer kilómetros para que su voz sea escuchada. Aunque, curiosamente, quienes se han esforzado en documentar su falta de probidad académica han encontrado esas mismas puertas bien cerradas y blindadas con respaldo oficial.
Finalmente, con la solemnidad de quien ignora las ironías de su propio discurso, Esquivel llamó a votar el próximo 1 de junio para “renovar el Poder Judicial” y hacer que este se convierta en el “auténtico poder del pueblo”. Porque si algo necesita México es más figuras cuya credibilidad esté sostenida en un castillo de naipes.
“Mi compromiso es con el proyecto de transformación del Poder Judicial, mi compromiso es por México, no voy a fallar, soy una mujer de palabra”, concluyó. Y con eso, dejó claro que, al menos en retórica, su capacidad de replicar frases grandilocuentes sigue intacta.
Si la transformación judicial de México depende de figuras como Esquivel, quizá sea momento de empezar a buscar un buen abogado. O, mejor aún, un buen corrector de plagios.