sábado, abril 12

Prometió Cuitláhuac curar a Veracruz del cáncer de la corrupción… y terminó recetándole metástasis

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El colmo del cinismo lo representa el contrato con Productos Serel, distribuidor de alimentos podridos

Por Jesús López Segura

La administración de Cuitláhuac García en Veracruz, ese gobernador morenista que llegó al poder cabalgando sobre la indignación ciudadana contra el desastre de Javier Duarte, acaba de ser exhibida por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) por haber infligido el mayor desfalco en la historia reciente del sistema de salud del estado. Más de dos mil millones de pesos desaparecidos bajo un esquema ya clásico: adjudicaciones directas a empresas fantasma o, peor aún, a proveedores previamente sancionados por fraudes.

¿El operador estrella de esta tragicomedia? Jorge Eduardo Sisniega Fernández, director administrativo de los Servicios de Salud de Veracruz, mano derecha del gobernador y flamante aspirante a diputado local. Porque sí, en este país el saqueo suele ser la antesala del ascenso político.

Jorge Eduardo Sisniega Fernández dice que tiene la conciencia tranquila

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De los contratos bajo la lupa de la ASF, al menos 24 —que suman cerca de mil 600 millones de pesos— no cuentan con justificación legal ni técnica. Pero eso no detuvo a Sisniega, quien, pese a los múltiples cambios de titulares en la Secretaría de Salud (tres en total durante el sexenio), nunca soltó las riendas del negocio.

El colmo del cinismo lo representa el contrato con Productos Serel, filial del infame Corporativo Kosmos, ampliamente investigado por acaparar contratos y distribuir alimentos podridos. A pesar de las alertas y del congelamiento de sus cuentas durante el gobierno federal de la 4T, Cuitláhuac y su pandilla les premiaron con más de 290 millones de pesos para alimentar (mal) a la red hospitalaria estatal. ¿Alguien dijo “cártel de la comida”? En Veracruz, la 4T no lo combatió: lo alimentó.

En resumen: el “gobierno del cambio” terminó siendo la misma podredumbre con otro color de camiseta. Y lo peor: mientras los veracruzanos siguen esperando medicinas, atención digna y hospitales funcionales, los saqueadores de siempre se reparten el botín y preparan su siguiente campaña electoral.

La enfermedad era Duarte. El remedio, Cuitláhuac. El resultado: una metástasis institucional que sigue devorándose al estado.

 

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