El saqueo “bolivariano” de Nicolás Maduro. AL GRANO. Por Jesús López Segura

Estados Unidos le confisco al angelito más de 700 millones de dólares en aviones, joyas y mansiones
El socialismo bolivariano de Nicolás Maduro es tan “popular” y “revolucionario” como un Rolex bañado en oro. Esta semana, el gobierno de Estados Unidos le confiscó más de 700 millones de dólares en activos que el autodenominado defensor del pueblo venezolano acumuló mientras su país se hunde en el hambre y la migración masiva.
La lista del botín es un poema a la hipocresía: dos aviones privados, varias mansiones —incluida una en República Dominicana y otras en Florida—, una granja de caballos pura sangre, nueve vehículos de lujo, millones en joyas y fajos de efectivo. Todo digno de un magnate petrolero… o de un capo. Y no es metáfora: Washington lo acusa de liderar el Cártel de los Soles y de colaborar con el Cártel de Sinaloa y el Tren de Aragua para mover cocaína mezclada con fentanilo hacia Estados Unidos.
Pam Bondi, fiscal general estadounidense, lo dijo sin adornos: “Esto es crimen organizado, no es diferente a la mafia”. Y mientras ella detalla las rutas del narcotráfico y el lavado de dinero, Maduro sigue atornillado al poder, invocando el “amor al pueblo” mientras lo exprime sin misericordia.
El contraste es brutal: un discurso que promete igualdad, justicia social y dignidad, pero que se alimenta de la misma ostentación obscena que se critica al enemigo capitalista. Los mismos aviones, los mismos yates, las mismas fiestas privadas que supuestamente son el símbolo del decadente “imperio yanqui”… salvo que aquí están pagadas con la miseria del pueblo.
¿Y por qué debería sonar esto tan lejano? Tal vez porque, en otras latitudes, también hay líderes y funcionarios que se envuelven en la bandera de la soberanía y la austeridad republicana… mientras se pasean en vuelos privados, se hospedan en hoteles de lujo o disfrutan de viajes “de trabajo” con itinerarios que parecen sacados de una revista de turismo exclusivo. La diferencia es que unos lo llaman revolución bolivariana y otros, transformación histórica.
Al final, el manual es el mismo: predicar socialismo en el templete… y practicar capitalismo de lujo en el aeropuerto.