lunes, octubre 13

Delfina Gómez niega renuncia y, así, oficializa los rumores. AL GRANO. Por Jesús López Segura

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En su Segundo Informe, descartó tajante que abandonará el cargo y anticipó cambios en el gabinete

Al declarar categóricamente en su informe que “no renunciará a la alta responsabilidad que le encomendaron” —según consigna la revista Proceso, lo que el boletín oficial prefirió omitir—, Delfina Gómez no consiguió sofocar los rumores de su dimisión anticipada; por el contrario, los elevó al rango de asunto oficial. Antes de su desmentido, las versiones circulaban como simples especulaciones políticas; ahora, al reconocerlas implícitamente, la gobernadora les otorgó carta de naturalización y relevancia pública.

Paradójicamente, quienes más se benefician de esta confirmación indirecta son los mismos que sembraron la versión de que Delfina dejaría la gubernatura al cumplir dos años. Curiosamente, son también los que agitan la expectativa de cambios en el gabinete, rumores que, de materializarse, los colocarían en posición de ocupar espacios clave en una sucesión estatal adelantada.

La mandataria mexiquense, en su intento por proyectar firmeza —“no voy a claudicar, no renunciaré, no daré un paso atrás”—, terminó validando la narrativa de su oposición interna, encabezada por el personaje que controla ciertos medios encargados de difundir esos trascendidos y que mueven, con muy poca destreza, los hilos de la intriga palaciega.

El anuncio de evaluaciones a su gabinete y la advertencia de que deberán salir quienes no estén a la altura de las exigencias ciudadanas tampoco contribuye a disipar la hoguera de especulaciones. Más bien la avivan, alimentando las apuestas sobre los cambios inminentes. En otras palabras, la gobernadora terminó reforzando la estrategia de sus críticos: centrar la conversación pública en la fragilidad de su equipo y en la sospecha de una claudicación anticipada.

Así, mientras Delfina insiste en que permanecerá hasta el final del sexenio y proclama que “nada ni nadie va a detener la transformación en el Estado de México”, sus propias palabras otorgan visibilidad y peso político a los rumores que pretendían socavar su liderazgo.

Si existiera la intención —y no afirmo que la hubiera— de algún miembro destacado de su gabinete de impulsar una sucesión adelantada, ésta sería la oportunidad para que la mandataria dé curso a los rumores de cambios, pero no bajo la coartada de una evaluación de eficiencia, como insisten los promotores de la asonada, sino bajo el criterio fundamental de la lealtad.

En resumen, como en el caso de la presidenta Sheinbaum, la gobernadora mexiquense parece estar mal asesorada por quienes, en el fondo, buscan precipitar su caída con la mira puesta en una eventual revocación de mandato. Al tiempo.

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