¿Peña y Duarte le miden el agua a los camotes? LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

Luego del gertzmanerazo hay muchos políticos nerviosos. No saben si se acabó la impunidad
Doña Claudia Sheinbaum es un controvertido enigma. Se burla de la comentocracia “de ultraderecha” porque celebramos que por fin se deshizo de un fiscal tan cadavérico como inútil —salido de un sarcófago al estilo cinematográfico de Tim Burton—, inaudito embajador en potencia (si es que los alemanes lo aprueban), para fortalecerse como mandataria tomando el control de una FGR presuntamente autónoma, pero solo en el mundo imaginario de la Constitución.

Dice que queremos divorciarla de su mentor, pero que eso no va a suceder porque son parte del mismo proyecto de transformación que conduce al país, desde Palacio Nacional, directamente a La Chingada.
Pero al menos en mi caso, ni soy de derecha —y mucho menos de ultraderecha— ni me importa un bledo si logra emanciparse del influjo, el maximato, de su creador, si ello no implica usar el poder presidencial —ahora sí por fin en sus delicadas manos— para corregir el rumbo. ¿Cuál rumbo? No el de los programas sociales, por cierto —salvo para incrementarlos—, sino el de la criminalización oficial de la sociedad que le heredaron a punta de abrazos a la delincuencia.

Todas las fantasías que nos receta por la mañana —y que seguramente la atormentan por la noche— sobre un país idílico en marcha hacia la transformación revolucionaria, se derrumban como castillos de naipes tan pronto abrimos los ojos a la verdad pura y evidente: una sociedad extorsionada en forma masiva y asesinada impunemente durante ya siete años consecutivos, con la anuencia descarada del Gobierno de México, que además ha tenido el cinismo de reconocer y hasta alabar su política genocida como si fuera una ocurrencia genial.

Sí: Calderón fue el estúpido que pateó el avispero. Y fue el primer desgraciado que nombró a un secretario de Seguridad cómplice de los delincuentes. ¿Por qué carajos no lo juzgan y lo meten a la cárcel por crímenes de lesa humanidad, en lugar de castigarlo con el látigo de su desprecio verbal?

¡Ah!, porque AMLO llevó la militarización iniciada por Borolas hasta sus últimas consecuencias y porque, cuando se percató del negociazo que hacía Peña con el huachicol —a través de su eficaz operador, el general León Trauwitz— diseñó, de la mano de Mario Delgado —hoy inaudito secretario de Educación— la versión ultramejorada del huachicol fiscal que le ha costado al país más de medio billón de pesos, para beneficio de las campañas de Morena.

Gertz-florero era el pilar fundamental que sostenía la impunidad de los narcopolíticos obradoristas. Ahora que la presidenta Sheinbaum derrumbó ese nefasto sostén, don Horacio Duarte anda muy nervioso, tratando de congraciarse con la mandataria. Tampoco es de extrañar que Enrique Peña haga una incursión navideña en Ixtapan de la Sal para medirle el agua a los camotes.

Si por mencionar estas pequeñas sutilezas soy, para doña Claudia —que parece ser una mujer inteligente—, un ultraderechista, entonces le sugiero que se retire del cargo para que Adán Augusto o Andy terminen la tarea de su amado mentor sin más contratiempos… que multitudes enardecidas.
Dicho todo esto con el respeto que me merece una víctima del atroz machismo que la rodea.





