Con todo y campañas espectaculares, mínima variación en la intención del voto mexiquense
Encuesta de El Financiero revela que las cifras, entre junio y enero, se mantienen constantes
LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
La polarización política que impera en el país se refleja claramente en la intención del voto mexiquense, recogida en una encuesta publicada hoy por El Financiero, según la cual, de junio del año pasado a enero del presente, Delfina Gómez incrementó sus opiniones favorables en solo un 1% (de 44 a 45%); Alejandra del Moral en 3% (de 34 a 37%) y Juan Zepeda en 2% (de 13 a 15%). Como si la opinión de los potenciales electores se mantuviera constante con o sin campañas de por medio, es decir, como si la preferencia ciudadana dependiera de las firmes posiciones respecto de la polarización nacional existente y difícilmente variarán por el despliegue publicitario de los personeros de las dos posturas irreconciliables en disputa por la nación.
Lo habitual en un electorado menos polarizado es que, con el inicio de las intensas campañas, las preferencias varíen de acuerdo con la calidad de las mismas. El electorado mexiquense se comporta, sin embargo, como si su voto ya estuviera definido, independientemente de lo que pudiera plantearse en el despliegue publicitario abrumador porque, de hecho, la campaña del Presidente López Obrador para detractar a sus adversarios de lo que él llama “el bloque conservador”, lleva 4 años desde el púlpito presidencial (y décadas desde la oposición) y la respuesta de ese bloque, desde los medios hegemónicos concesionados, lleva también ya varios años.
Desde luego, y en abono de lo anteriormente expuesto, los leves movimientos parecen obedecer a la intensidad de la promoción espectacular de las precandidatas mujeres, la cual fue mucho más intensa en el caso de Alejandra del Moral (incluso con una saturación de anuncios espectaculares antes del inicio de las precampañas, retirados en las horas previas al inicio oficial del periodo de precampaña -por órdenes, bastante tardías por cierto, del IEEM– y vueltos a colocar prácticamente de inmediato. Ella fue, por tanto, la que más recuperación obtuvo en la encuesta referida.
El hecho de que Juan Zepeda, prácticamente en stand by, sin espectaculares y sin declaraciones fuertes como las que desplegaba en la elección anterior, es más, sin siquiera haber sido definido ya como precandidato único, como es el caso de sus dos adversarias, mantenga un porcentaje de aprobación nada despreciable -e incluso lo haya incrementado en 2 puntos porcentuales-, es de llamar la atención.
Zepeda está por encima de las preferencias ciudadanas por partidos como el Verde (3%), PT (3%) y PRD (6%) y muy cerca del PRI (16%) y del PAN (17%). Movimiento Ciudadano tiene 11% y su eventual candidato 15%.
He insistido aquí en que Juan Zepeda tiene la capacidad, más incluso ahora con MC que con el PRD en la elección anterior, de convertirse en fiel de la balanza, como indudablemente lo fue en el 2017, cuando le arrancó los suficientes votos a Delfina Gómez como para sentar en la silla de gobernador a Alfredo del Mazo.
He dicho también que Zepeda está en este momento en stand by, desperdiciando tiempo precioso para desplegar sus indiscutibles habilidades en favor de alguna de las dos candidatas aliancistas, o de sí mismo, y que ello obedece a que existe un forcejeo brutal entre la 4Té y el neoliberalismo depredador, alimentado por la disidencia morenista que, a nivel nacional, se opone al dedazo de don Andrés (a través de las encuestas amañadas de Mario Delgado).
Ésa es la única forma de concebir -a mi modesto entender- la elección del Estado de México como preludio, antesala o laboratorio político que pudiera perfilar las características que adoptará la elección presidencial, sin necesariamente influir en sus resultados, lo que no es lo mismo que inclinar automáticamente la balanza de la sucesión presidencial en uno o en otro sentido.
Los argumentos de “analistas” que se presentan como “independientes” y “objetivos”, cuyo “único propósito diáfano y puro es orientar el voto informado de los mexiquenses”, pero que no pueden disimular siquiera que están patrocinados por sus respectivos bloques políticos, en espacios de periodistas que presumen igualmente “objetividad” donde no existe, y que desechan la teoría del laboratorio con argumentos pedestres como el de que en tal elección mexiquense ganó el PRI, pero en la presidencial Morena, como si el efecto de laboratorio pudiera ser solo lineal y no dialéctico, francamente aburren.
Sin florituras academicistas fallidas, es muy fácil predecir que Juan Zepeda será un factor decisivo en la elección del Estado de México, de acuerdo con una de 3 posibles decisiones políticas que no dependen de él, y ni siquiera de Dante Delgado, sino de la determinación de AMLO de cumplir con sus amagos de darle rienda suelta al escándalo de Emilio Lozoya y reabrir el expediente Colosio, en caso de que el Grupo Atlacomulco no cede la plaza del Estado de México como Morena ya está cediendo la de Coahuila, a cambio del voto priista para continuar con la frenética militarización del país.
Si Juan Zepeda recibe la orden de atacar -como solo él sabe hacerlo- de nueva cuenta a Delfina y al ahora Presidente (en el 17 AMLO era apenas precandidato), con la relativamente pequeña diferencia en las preferencias polarizadas actuales, la elección sería fácilmente ganada por Alejandra del Moral.
Pero si, por el contrario, ahora no fuera el PRI el mejor postor, Delfina podría arrasar.
Finalmente, si MC es dejado en libertad de que Zepeda bregue por sí mismo criticando por igual -en una postura antisistémica perfectamente delineada- a una 4té en franca decadencia por los graves errores de don Andrés, y a un neoliberalismo salvaje simplemente imperdonable, MC tendría una oportunidad de hacerse con la tercera plaza importante del país (ya tiene Jalisco y Nuevo León).
No digo que Zepeda ganaría, pero podría dar una pelea interesante porque los negativos del prianismo son tan grandes y el obradorismo ha decepcionado a tantos que no compartimos la idea de que comportarse como fanáticos acríticos pueda beneficiar en modo alguno al presidente o a la esencia de su movimiento. Tampoco pienso que Zepeda cumpliría lo que prometa, pero sí podría abrir la puerta a una tercera vía que requiere el país con relativa urgencia, para su reconciliación y verdadera normalidad democrática, con candidatos como Marcelo o Monreal que, desde MC le hagan frente al dedazo presidencial que todo apunta va a favorecer a su clon AA López.
Así es como en el futuro, analistas serios podrían decir que la elección en el Estado de México perfiló la fisonomía política de la sucesión presidencial.