El Chapitas Eruviel le hace fuchi al PRI. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Carlos Salinas impulsa la debacle del PRI y el crecimiento explosivo de Movimiento Ciudadano
Fiel a su tradición personal de rendirse ante el mejor postor, traicionando principios y lealtades elementales, el Chapitas Eruviel Ávila abandonó el PRI, finalmente, luego de exprimirle todo lo que ese partido en extinción podría haberle dado: lo hizo senador pluri y antes, gobernador, diputado, presidente del CDE y alcalde de Ecatepec dos veces, sin merecerlo en ningún caso no solo por sus escándalos personales, sino por sus escasas luces intelectuales.
Para congraciarse con Enrique Peña, al que extorsionó (amenazándolo con jugarla con el PRD) para que lo hiciera gobernador en el 2011 (en lugar de a su primo Alfredo del Mazo), Eru financió la exitosa campaña de Juan Zepeda (del PRD) en el 2017, con el fin que Delfina Gómez perdiera frente al ahora mandatario estatal, a quien finalmente le hace el último favor de inculpar a Alito por su renuncia al PRI, con objeto de desviar la atención de las crecientes acusaciones de que Del Mazo entregó la plaza a Morena en este 2023, a cambio, claro, de impunidad y tal vez una embajada.
La deuda que Alfredo del Mazo tiene con Eru le garantiza protección ante sus excesos imperdonables, que van desde los escándalos denunciados por el periodista Humberto Padgett de presunta pederastia, perpetrados al lado del finado Onésimo Cepeda, hasta las excentricidades increíbles de su administración, sembrando elefantes blancos por todo el territorio estatal, como los esqueletos de hospitales inconclusos y la “universidad de la barbacoa”, o su defensa mediática vergonzosa de la masacre de Tlatlaya.
El previsible naufragio del priismo impulsó a Eru a aliarse con sus enterradores en el Estado de México, pero con una tabla de salvación representada por el Partido Verde de Pepe Couttolenc, joven oportunista volcado en una lambisconería nada sutil hacia la maestra Delfina Gómez, y aliado incomprensiblemente con un morenismo que debería ser el primero en repudiar el mercenarismo político de personajes verdosos como el hijo de Luis Miranda.
Después de la andanada de desprestigio del Martes del Jaguar contra Alito Moreno, todo el mundo lo ubica como un sátrapa y lo culpan de que varios gobernadores hayan cedido sus estados a Morena, a cambio de impunidad y destacadas embajadas. Así, Alito se convierte en el chivo expiatorio idóneo para lavar las culpas de exgobernadores traidores a su partido, ansiosos de congraciarse con la nueva corriente partidista hegemónica del país, finalmente dirigida por casi puros expriistas, con ocasionales participaciones, meramente testimoniales, de personajes destacados de la auténtica izquierda nacional y local.
No sería extraño y de hecho da pie a formular nuevas hipótesis, pensar que fue Carlos Salinas de Gortari quien acordó con Dante Delgado impedir que Juan Zepeda participara en la elección mexiquense, valorando más la posibilidad de que Movimiento Ciudadano pudiera abanderar a Marcelo Ebrard para la Presidencial, el año próximo -con grandes posibilidades de éxito invocando a clases medias despreciadas por el obradorismo- que haber logrado la hazaña de impedir, por segunda ocasión, que la delfina de don Andrés se hiciera de la importantísima plaza.
Hay que tomar en cuenta que tan riesgosa decisión pudo haber sido influenciada porque la candidata de Salinas para el Edomex no era Alejandra del Moral, ni Ana Lilia Herrera (preferida de Alito), sino Laura Barrera, hija de su aliado Heberto Barrera. De ahí probablemente deriva la terrible confusión que hizo que los diferentes priismos jalaran en la campaña cada uno para su lado.
Paradójicamente, quizá el sacrificio de la plaza finalmente podría haber sido en vano si las circunstancias llevan a que no sea Marcelo, sino Xóchitl Gálvez la candidata de MC. Ya veremos.