jueves, noviembre 21

¿Revolución educativa o revolución social? LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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Una cosa es que los adultos resuelvan los problemas de la escuela y otra que los alumnos resuelvan los de la comunidad

Hace muchos, muchos años, la SEP encargó al Centro de Estudios Educativos AC, (dirigido por jesuitas), un ambicioso proyecto de investigación que se denominó “La Participación de la Comunidad en la Escuela Rural Básica Formal”. Lo dirigía Silvia Schmelkes. El director del Centro era en ese entonces su fundador, Carlos Muños Izquierdo. Yo me incorporé como coordinador del trabajo de campo. Acababa de terminar mi licenciatura en “Sociología de la Educación” en la Universidad Iberoamericana.

El estudio se realizó en más de 30 escuelas en 5 estados de la República. El requisito era que fueran de organización completa y que las comunidades no tuvieran más de 500 habitantes. El objetivo, medir si había una relación entre la participación de la comunidad en los asuntos de la escuela (a través de las instancias previstas en el reglamento escolar, es decir, la sociedad de padres de familia, la cooperativa y parcela escolares) y el rendimiento académico de los alumnos.Participación de la comunidad en la escuela

El resultado, conforme a nuestra hipótesis fundamental y obvia, fue muy positivo. Encontramos que ahí donde la participación de la comunidad en los problemas escolares era ostensiblemente mayor, el aprovechamiento académico de los alumnos aumentaba, proporcionalmente. No hay nada extraño en ese hallazgo “científico” y experimental en tanto propiciamos en algunas escuelas piloto la participación de las autoridades, los padres y madres de familia que, al comprometerse a hacer funcionar eficientemente la parcela escolar, la cooperativa y la sociedad de padres de familia, el rendimiento de maestros y alumnos mejoraba notablemente.

No hago el cuento largo. Ese estudio encargado por la SEP tuvo consecuencias importantes en el diseño de posteriores programas educativos. El involucramiento de los adultos en los problemas de la escuela -a través de las instancias previstas en los reglamentos escolares- determinaba una mejoría en los indicadores clásicos de la evaluación educativa, tales como los índices de reprobación y deserción.Desayunos escolares

Parece que don Marx Arriaga, con todo respeto, es un excelente ejemplo de quienes han malinterpretado los postulados marxistas en materia educativa que ubican a la escuela como el Aparato Ideológico de Estado dominante en el modo de producción capitalista, de igual forma que la Iglesia lo fue en el feudalismo y los medios masivos de comunicación (de manipulación como correctamente dice el Presidente) lo son en el poscapitalismo, siempre con la familia autoritaria, patriarcal y represora de la capacidad lúdica y crítica de los niños y adolescentes como referente en cualquier formación social en la que prevalecen diversos aparatos ideológicos, con uno como dominante.

Ahora que ya pude echar un vistazo a los nuevos libros de texto (que habían permanecido ocultos hasta ayer martes), salta a la vista que se trata de aleccionar a maestros y alumnos sobre una “revolución educativa”, paralela a la tarea de la “revolución de las conciencias” que don Andrés impulsa, durante varias horas al día desde hace 5 años y que consiste en convencer, desde su púlpito presidencial (a través de una estrategia goebbeliana de repetición hasta la náusea de verdades a medias) a los votantes potenciales (y ahora a los niños y jóvenes) de que el país está dividido en dos clases sociales básicas: una “buena”, comunitaria, humilde, trabajadora, sabia y otra perversa, maligna, ambiciosa y explotadora.Marx Arriaga

En el proyecto de la participación de la comunidad en la escuela que dirigió Silvia Schmelkes, se fomentaba el involucramiento de los adultos para resolver los problemas escolares, que van desde la deficiente infraestructura del salón de clases, hasta el auxilio a los alumnos en sus limitantes de aprendizaje, pasando por utilizar instancias contempladas en los reglamentos para que los alumnos aplicaran en la comunidad lo que aprendían.

En los libros de texto de Marx Arriaga lo que se pretende va exactamente en sentido contrario: que los alumnos, desde los pequeñitos de primer grado, se involucren en la solución de los problemas de la comunidad, los gravísimos problemas que la 4té ha sido incapaz de reconocer y mucho menos de resolver, como la inseguridad terrible que significa asesinatos, extorsiones, feminicidios, contaminación del medio ambiente con inauditos anacronismos petroleros y una serie de horrores que los dejarán traumados para el resto de sus vidas.

 

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