Todos los hombrecitos del Presidente. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
“Jenaro Villamil es un Pendejo”: Joaquín López Dóriga. Impera la impunidad en México: EU
¿Considera usted, señor Presidente, que quienes lo criticamos no somos verdaderos hombres?
¿Y qué me puede decir de las mujeres que lo critican? ¿No son mujeres de verdad?
Hasta ahora, nadie le ha hecho esas preguntas obligadas a don Andrés en la Matutina, incluso después de que su director de medios del Estado, Jenaro Villamil, trató de lucirse en un video como el muy hombrecito, al escenificar un remedo lastimoso de striptease para exhibir la camiseta famosa que relaciona a AMLO con La Santa Muerte.
Y mientras los hombrecitos del Presidente hacen el ridículo, Antony Blinken, jefe del Departamento de Estado de Estados Unidos, denunció en su Informe Anual de Derechos Humanos que México dejó sin investigar, ni enjuiciar, la mayoría de los casos criminales como homicidios, torturas, secuestros, trata de personas y extorsiones.
Además, Blinken especificó que, en muchas partes del país, las organizaciones dedicadas al tráfico de personas continúan actuando en colusión con las autoridades locales, seguramente integradas por “hombres de verdad”.
Cuando este mismo informe fue publicado el año pasado -explica Pedro Hiriart en su nota de El Financiero– el presidente López Obrador sostuvo que “lo hecho por el departamentito del Departamento de Estado es un bodrio” y acusó que es una política añeja, anacrónica de querer meterse en la vida pública de otros países. ¿Con qué derecho? Es una violación flagrante al derecho internacional”.
En la Matutina de hoy, AMLO reprodujo casi el mismo argumento de corte “nacionalista” recalcitrante, cuando de críticas del exterior se trata, porque cuando invoca la solidaridad de otros países por la agresión a nuestra embajada en Ecuador, por ejemplo, otro gallo es el que canta, es entonces cuando la ONU deja de ser un florero y se le invoca con inflamados discursos “internacionalistas” para que expulsen a “los hermanos ecuatorianos” del organismo.
Me gustó la interpretación que alguien, no recuerdo si fue López Dóriga o Marco Levario, le dio al desplante fascistoide de Jenaro Villamil de destaparse para exhibir la playera de la muerte: dijo que era una advertencia para los que trabajan en Canal Once, Canal 22, Canal 14, Radio Educación y todos los demás medios del Estado, en el sentido de que será fulminantemente despedido el que se atreva hablar mal del Presidente.
Cualquiera que piense y esté convencido de que todo el mundo está en su contra, debería consultar con especialistas la posibilidad de que él mismo provoca esa situación.
Don Andrés se pasa la vida quejándose de que lo critican y trata todos los días de autoconvencerse -porque ninguno de sus lambiscones allegados se atreve a decirle lo contrario-, que él está bien. Es un llorón, con todo respeto. Cree o finge creer que si hay un consenso general en los medios para criticarlo, seguramente es porque están al servicio de las malas causas y él encabeza la noble tarea de cambiar al país en un sentido positivo, lo que crea mucha molestia en los dueños de los medios que, se lo repite una y otra vez a sí mismo, sirven a los peores intereses de la nación.
¿Entonces por qué no les retira las concesiones?
Al ponerse a sí mismo como carne de cañón de los medios, don Andrés juega con la ignorancia de millones de mexicanos ante los que se presenta como injusta víctima de la maldad de las clases medias ilustradas, a las que él y sus ejércitos de analfabetas, odian por considerarlas “clasistas y racistas”, conforme a las lecciones cotidianas del maistro Andrés.
Manipula a diario las conciencias de millones de mexicanos para convencerlos de que él es un héroe -de la talla de Madero y Juárez– atacado por las oligarquías y sus periodistas a sueldo, a los que exhibe como mercenarios y los expone a los ataques del crimen organizado al que don Andrés, paradójicamente, abraza.
Mientras el Presidente despotrica a diario contra los periodistas que lo critican -y ahora llega al extremo de amenazarlos de muerte con el mensaje unívoco de una camiseta en extremo de mal gusto-, jamás se le ha escuchado criticar a los criminales, por el contrario, se dirige al peor de todos con gran consideración y respeto, como “el señor Guzmán Loera” y no por su mote de Chapo.
Lo mismo hace con el expresidente Peña, considerado como el peor saqueador de los bienes de la nación, al que interpela, invariablemente, como “el licenciado Peña Nieto“.
Para Jenaro Villamil y el líder de Morena, Mario Delgado, los que criticamos a don Andrés, somos, en suma, unos “poco hombres” y los que se le arrastran al Presidente, como Lord Molécula y la mayoría de los siervos de la Corte mañanera deben ser, entonces, los machones más bragados del vecindario.