jueves, noviembre 21

Espaldarazo de AMLO a Alfredo del Mazo, mientras Morena se fragmenta. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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Nutritiva charla con Daniel Serrano Palacios

Con el pretexto de inaugurar un hospital (que ni falta hacía porque según el Gobernador Del Mazo estamos muy sobrados de camas en el Estado de México donde, por cierto, presume, ya la curva pandémica “lleva dos semanas a la baja”), el Presidente López Obrador vino a Texcoco, cuna del grupo morenista hegemónico de la entidad, a apapachar al más conspicuo heredero del Grupo Atlacomulco, es decir, de la “mafia del poder”. Vino, pues, a comer sapos.

Del Mazo se lució nuevamente portando su elegante cubrebocas. Muy pulcro en el vestir y el hablar, y con buena capacidad de lectura e improvisación. Manejando cifras alegres sobre una supuesta superación de la pandemia, don Alfredo presumió también avances en materia de Seguridad, adoptando el estilo del impresentable aspirante a gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, de apuntarse como logro institucional las tendencias a la baja en algunos indicadores abatidos no por estrategia gubernamental alguna, sino a consecuencia de la pandemia en sí, que naturalmente inhibe algunas de las atrocidades que prosperaron en la maldita normalidad que nos heredó su primo.

Mientras tanto, Marko Cortés, del PAN y Fernando Belaunzarán, del PRD, conversaron con SinEmbargo sobre la crucial elección del año próximo, concluyendo que la alianza que ya cumplió una década, continuará sin miedo al pragmatismo.

También hay otro punto de acuerdo, revela la nota de SinEmbargo: “por separado y con reservas, ambos líderes no le cierran la puerta al partido que fuera el enemigo en elecciones anteriores, el Revolucionario Institucional (PRI). Esto porque en la búsqueda de quitar la mayoría al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y aliados, sumar fuerzas –y votos– es lo importante”.

La BOA serpentea alrededor de la cuatroté, con don Andrés disfrazado de domador ingenuo, comiendo sapos por todas partes, desde Texcoco hasta Washington, con algunos de sus distinguidos apoyos -como John Ackerman y Ricardo Monreal– agarrados del chongo, pero como dice sabiamente Daniel Serrano “sin atender a la substancia del debate”, con puros gritos y sombrerazos que terminan por perjudicar a su movimiento.

El debate, sostengo en charla con el distinguido morenista mexiquense Daniel Serrano Palacios -en nuestra cita de los jueves en vivo en redes sociales-, debe darse en el seno mismo del partido hoy hegemónico, para no obsequiarle el membrete de “oposición” a los derrotados moral e históricamente, o más bien para reducir su papel como “opositores” a la mínima expresión que merecen partidos que habiendo tenido oportunidad de salvar al país, lo traicionaron y lo hundieron en la pavorosa situación en la que se encuentra.

La alternativa auténticamente democrática debe darse entre quienes, con incuestionable buena fe, discrepan en la forma en que México debe ser llevado a superar sus gravísimos problemas, fundamentalmente la inseguridad (hija de la corrupción imperante durante décadas de saqueo) y la desigualdad social, una de las más acentuadas en el mundo entero.

Quienes desean regresar a México al viejo molde impuesto por los delincuentes que se robaron elecciones e impusieron un régimen de terror y genocidio, podrían ser juzgados como cómplices de crímenes de lesa humanidad.

El mejor debate político en el marco de la disputa por la nación, es el que se da entre quienes desean salvar a México, pero no congenian en aspectos finos y fundamentales del método a seguir.

Quienes militan en cualquier partido político, especialmente en el seno mismo de Morena, deberían alejarse del fanatismo polarizante de odio irracional -en un extremo-, o amor incondicional -en el otro-, hacia el Tlatoani, como si fuera un Dios, para señalarle, con todo respeto y fundamento incuestionable, sus objeciones.

Si Morena se divide actualmente entre los duros o “radicales” -como dice Salvador García Soto– y los blandos o “moderados”, y ponemos como ejemplo extremo de ambos bandos a Ricardo Monreal y a John Ackerman, y aventuramos una serie de nombres en disputa muy adelantada por la futura candidatura presidencial, entonces esos dos bandos podrían aglutinarse en formaciones políticas que garanticen una lucha electoral leal a la nación, para evitar que la disidencia busque refugio en los viejos partidos que han traicionado sistemáticamente a México, porque ello conlleva el desastroso riesgo de un Bolsonaro en nuestro futuro.

El único obstáculo para esta democratización sana de la vida política nacional es la autocensura y el consecuente culto a la personalidad que los morenistas en general se imponen a sí mismos y les impide atreverse a discrepar de don Andrés.

Un ejemplo: Sin duda hay muchísimos mexicanos que pensamos es un error la militarización de la Seguridad Pública que López Obrador estimula incomprensiblemente, pues los resultados de esa estrategia han sido no solo contraproducentes en las dos administraciones que le antecedieron, sino francamente desastrosos para los derechos humanos y para la paz y prosperidad de la Patria.

Muchos de los militantes de Morena discrepan también de esa estrategia, pero como criticar al Presidente constituye una suerte de pecado capital -con el argumento de que ya tiene que cargar con los “ataques golpistas” de los opositores tradicionales como para tener que soportar encima las críticas de quienes lo deben apoyar incondicionalmente, “estar con él o contra él”-, entonces se deja el terreno libre para que los enemigos de México se apropien de argumentos válidos, del membrete de “opositores dignos, razonables” porque enmascaran su obsesión de regresar a la era del saqueo y la corrupción, con argumentos “legítimos” contra la militarización del país, en el ejemplo adoptado.

De ese modo, por la autocensura impuesta en las huestes morenistas para no tocar ni con el pétalo de una rosa al Presidente, so pena de recibir el linchamiento mediático de las huestes irracionales de fanáticos que lo adoran como si fuera infalible, los grandes argumentos para formar una sana oposición que empuje al mandatario a ganar terreno en su histórica transformación del país, son abandonados y van a engordar el discurso hipócrita de repentinos feministas, ambientalistas de ocasión, garcíalunistas arrepentidos, calderonistas anticastrenses y toda clase de oportunistas electoreros. ¿No cree usted?

CON INFORMACIÓN DE:

La Mañanera

SinEmbargo.- https://www.sinembargo.mx/25-06-2020/3810133

El Universal.- https://www.eluniversal.com.mx/opinion/salvador-garcia-soto/radicales-vs-moderados-en-morena

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