domingo, octubre 13

Ya empezó el efecto devastador del Cambio Climático. Por Jesús López Segura

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La ola de calor en el norte de África se extiende hacia el continente europeo

“Los incendios forestales en Francia, Portugal, España y Grecia han obligado a miles de personas a evacuar sus hogares y, aunque todavía se desconocen las cifras oficiales, se estima que el número de muertes es elevado”, plantea una nota alarmante de El Universal, mientras los medios televisivos se dan vuelo exponiendo imágenes pavorosas de incendios forestales que abrazan hogares, hombres corriendo para escapar del fuego y numerosas víctimas de golpes de calor.

El destino finalmente nos alcanzó, como lo hemos previsto desde hace décadas sin que los líderes mundiales hayan sido capaces, hasta ahora que ya nos llegó, textualmente, la lumbre a los aparejos, de fomentar un cambio radical en los suicidas hábitos de un industrialismo que logró poner en jaque la faz de la Tierra, sin que la irracional y absurda humanidad, causante del desastre climático que ha afectado a millones de especies, se dé por enterada.

Las imágenes de horror que ya empiezan a llenar las pantallas de los medios informativos serán quizá el único acicate que genere la reacción que el puro raciocinio ha sido incapaz de provocar.

Miles de asesinatos en Ucrania, perpetrados por un hombre tan poderoso como desquiciado como Vladimir Putin, ante la relativa indiferencia mundial, o al menos la activa indolencia de nuestro gobierno “transformador”, revelan con claridad la tragedia de una especie insensible por completo al sufrimiento no solo de sus semejantes, sino de otras formas de vida amenazadas con la extinción.

Ya llegaron las olas insoportables y mortíferas de calor. Luego vendrán los tornados y huracanes a grandísima escala, con capacidad destructiva inimaginable, la invasión de los litorales por los océanos, aunque bien podría atravesarse la guerra nuclear que precipitará, sin dida, otras reacciones fulminantes de un planeta harto ya de los abusos de nosotros, los humanos inhumanos.

Ni películas catastróficas, ni los datos abrumadores, ni los reportes apocalípticos, nada parece hacernos reaccionar.

No queda más que resignarnos y observar con horror al presidente López Obrador creyéndose el muy listo por haber destinado una millonada a la construcción de la Refinería de Dos Bocas, el muy visionario porque se adelantó al proceso de electrificación de los automóviles, apostando a que unos años más seguiremos dependiendo de las gasolinas. Muy orgulloso de no haber contribuido en nada para contener la tragedia. ¡Felicidades!

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