martes, octubre 15

La perversidad en el uso de recursos públicos para propaganda electoral. Por Jesús López

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Se trata de un delito grave que las dos grandes alianzas cometen en las narices de las autoridades

Ningún político parece escapar al hábito criminal de utilizar recursos públicos para propaganda partidista o personalizada, con fines escandalosamente electoreros, hábito inamovible que está condenado expresamente por la ley como un delito grave -desde la administración federal del Presidente López Obrador-, pero que las autoridades electorales de todo el país dejan pasar como algo perfectamente legítimo y hasta “natural”.

En la elección gubernamental de 2017, cuando Peña impuso a su primo en la gubernatura, ciudadanos y autoridades fuimos testigos del despliegue de actos llevados a cabo por funcionarios federales y estatales, para que el candidato del PRI-PVEM ganara la elección. “El objetivo del Partido Revolucionario Institucional y de su líder, el Presidente de la República, fue ganar a toda costa el Estado de México en 2017 y para ello, realizaron una serie de actos y prácticas al margen de la ley, entre ellos el uso político de los programas sociales“, plantea el destacado analista de La Jornada, Bernardo Barranco, quien recientemente se lanzó a descalificar a la nueva presidenta consejera del IEEM con el argumento de que su esposo es empleado de Alfredo del Mazo.

La Jornada.- https://www.jornada.com.mx/2022/07/20/opinion/015a1pol

“Funcionarios federales, en ocasiones acompañados por el entonces gobernador Eruviel Ávila, repartieron más de 6 mil tarjetas o monederos electrónicos con 2 mil 700 pesos cada una, -agrega Barranco en su citado artículo-. Los medios, documentaron entonces que el gobernador Ávila entregó más de 9 mil tarjetas La Efectiva, cada una cargada con 3 mil pesos. Se entregaron despensas, tinacos, bultos de cemento, entre otros. Se llevaron a cabo rifas, jornadas de salud, jornadas administrativas, ferias de empleo, inauguración de hospitales”.

En otra colaboración del mismo diario, Alfonso Pérez Daza (investigador de la UNAM), nos recuerda que en el libro “Los Presidentes” de Julio Scherer García, se transcribe la carta que dirigió Luis Echeverría -hoy de moda por su fallecimiento- al entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz: “he cumplido el elevado compromiso de servir al gobierno que usted dignamente encabeza hasta los últimos días de mi permanencia como titular de la Secretaría de Gobernación, pero estimo que ha llegado el momento de dedicar todo mi tiempo a las labores preelectorales y renunciar”.

El Universal.- https://www.eluniversal.com.mx/opinion/alfonso-perez-daza/la-propaganda-politica-con-recursos-publicos

“El servidor público que tiene aspiraciones presidenciales debería renunciar al cargo para dedicarse a competir en igualdad de condiciones y sin la ventaja de la difusión personalizada que se paga con recursos públicos que tienen otra finalidad”, expresa con acierto Pérez Daza, pero debe agregarse que lo mismo aplica para los aspirantes a cualquier otro puesto de elección popular.

Todas las corcholatas deben renunciar a sus cargos, pero no lo hacen y ello a pesar de formar parte de un presunto movimiento de transformación nacional que les acomoda bien mientras no los comprometa, en la práctica, a la congruencia que despliegan en la retórica. Morena vive una suerte de esquizofrenia en la que presumen en el discurso ser diferentes, al tiempo que reproducen en su actividad concreta los peores vicios de sus antepasados jurásicos.

De las corcholatas priistas mexiquenses, como Alejandra del Moral, no nos extraña en absoluto que muestre la Tarjeta Rosa como su salvoconducto electorero en cada entrevista, en cada acto ampliamente publicitado de campaña, disfrazado de “entrega de programas sociales”. Es en lo único que puede fincar, a falta de ideas innovadoras, sus posibilidades de impacto político comprado que, lejos de acercarla en las encuestas a cualquiera que imponga Mario Delgado en la contienda, la aleja cada día más.

Ignoro si el evidentísimo pacto de impunidad entre AMLO y Peña incluía la preservación del PRI en el gobierno del Estado de México, lo dudo, pero si no es así, entonces veremos una contienda feroz, con el uso y abuso de recursos públicos en ambos lados de la trinchera y una encarnizada baraja de recursos judiciales durante y después de la elección.

La insistencia de don Andrés en imponer a su Delfina, podría ser un indicador de que piensa obsequiar la plaza, pues si Alfredo III fue capaz de vencerla en el 17, hasta para Alejandra del Moral será un pan comido y mucho más por el resentimiento justificado que el capricho andresino podría provocar en los bragados cuadros morenistas de la entidad. Ya veremos.

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