viernes, abril 19

Adán Augusto organiza el equipo de Delfina

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AMLO aspira a un Maximato. Por ello impone gobernadores no por capacidad, sino por lealtad

LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

Según el generalmente bien informado columnista de El Universal Roberto Rock, “el presidente López Obrador confió a su secretario de Gobernación, Adán Augusto López, las negociaciones para armar al equipo de operadores de Delfina Gómez Álvarez, quien, a juzgar por las cifras electorales disponibles —que pronostican un empate en las preferencias ciudadanas—, estará lejos de tener un día de campo en la disputa por la sucesión del priista Alfredo del Mazo“.

En ese equipo, dice Rock le confiaron fuentes cercanas al tabasqueño López Hernández, figuran Horacio Duarte e Higinio Martínez, el primero como coordinador general de la campaña, perdón de la defensa de la 4té en el Estado de México, y el segundo “al frente de la movilización y los amarres a nivel de calle”.

Rock da por hecho la postulación de la #LadyMazahua del morral como la preferida de Alfredo del Mazo, quien tendrá mano en la definición del candidato de una eventual alianza “porque el PRI virtualmente duplicó la votación del PAN en las más recientes elecciones de 2021, y multiplicó por ocho la del PRD“. Además, agregamos nosotros, es el gobernador por el partido en el poder del estado electoralmente más importante del país y el mandatario mexiquense, por muy desapegado que pueda ser respecto de la grilla política, no va a permitir que lo humillen desplazándolo de una decisión que tradicionalmente le corresponde. ¿O sí?

Ninguno de los analistas fuereños de temporal -que ponen su atención en el Estado de México solo cuando va a haber elecciones-, se aventura a mencionar siquiera, como una hipótesis bien fundamentada en los hechos, que las amenazas del Presidente López Obrador contra Enrique Peña perfilan una causa probable de la inminente claudicación de su primo, Alfredo del Mazo y la eventual entrega (simulada desde luego) de la plaza mexiquense al obradorismo.

Tampoco van más allá del popular axioma sobre “la antesala mexiquense”, como un mero enunciado incapaz de generar planteamientos coherentes sobre la influencia que la soterrada guerra de las corcholatas presidenciales pudiera tener en el proceso local.

Ni a Marcelo (que va en serio por la candidatura) ni a Monreal (que tal vez la usa como arma de presión para, ahora sí, alcanzar la jefatura de Gobierno de la Capital), les conviene que gane Delfina, porque ello daría fuerza al dedazo presidencial en favor de los dos únicos prospectos que don Andrés -como buen mesías tropical- se toma en serio: Adán y Eva, perdón Claudia.

Por ello es previsible que se conforme una alianza M&M -como no me cansaré de repetir- para lograr que en la entidad mexiquense se consolide un gobierno de coalición que trate de sumar lo que queda de personas decentes en el prianperredismo a los decepcionados (que no somos pocos) de la 4té, para recuperar el rumbo del país, superando la suicida polarización que nutre a diario el Presidente con sus diatribas mañaneras.

El mensaje cotidiano del Presidente López Obrador -asumido por sus fanáticos como un evangelio- radica en identificar a todos, todos, todos sus opositores como corruptos. Hace extensiva la delincuencia de unos cuantos burócratas megaladrones y asesinos -por acción o por omisión-, a todos los militantes y simpatizantes de sus partidos, para que la gente que le escucha con fidelidad y devoción cuasireligiosa, piense que la única opción es Morena -aunque ahí mismo asomen a diario muestras evidentes de la misma corrupción que pretende erradicar, verbalmente, es decir, sin castigar, judicialmente, a los verdaderos jefes de la mafia del poder.

La genialidad de López Obrador es precisamente dejar intocados a los megaladrones para poder denunciar a diario sus presuntas atrocidades en lo que constituye una campaña política permanente, con recursos oficiales.

Desde la tribuna ilegal de las Mañaneras, que el INE no se atreve a sancionar (y tal vez por ello AMLO no ha emitido un decretazo para desaparecerlos) el mandatario promocionó hasta el cansancio a su candidato para gobernar Guerrero, por ejemplo, a pesar de las persistentes acusaciones de que se trata de un violador profesional. Dijo que por las mismas elecciones sucede que se linche mediáticamente a candidatos inmaculados como él y terminó saliéndose con la suya a través de la hija de su protegido, a pesar de las declaraciones del ex procurador del caso que acusó públicamente al gobernador Astudillo, de haberle ordenado enterrar el expediente del “Toro sin Cerca”.

Y así podrían multiplicarse los ejemplos de un mandatario que trabaja no para el pueblo, como presume a diario, ni para su partido, al que parece despreciar profundamente, sino para él mismo, a fin de pavimentar una suerte de Maximato desde Palenque. Para eso ha impuesto una veintena de gobernadores fieles a su persona, lo que él más valora por encima de experiencia y capacidad.

Por eso quiere en la Presidencia a una mujer que se limita a replicar todo lo que él dice, o a un clon suyo como Adán.

Por eso ha empoderado no al pueblo, sino al Ejército. Quiere una milicia agradecida que le permita pasar por encima de la Constitución y de lo que sea, con tal de seguir al mando como lo prometió, sin reelegirse.

Por eso, más que Chico Che o Los Tigres del Norte, quien endulza el oído de don Andrés es José Alfredo Jiménez, como dice Pepe Woldenberg: “Hago siempre lo que quiero, y mi palabra es la ley”.

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