sábado, noviembre 23

¿Autogolpe de Estado blando? LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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Las incongruencias de don Andrés y la auténtica “revolución de las conciencias” que se avecina

Siempre había creído que las constantes incongruencias del señor Presidente -dicho esto con todo respeto-, provenían de un hombre bien intencionado, pero enfrentado a una realidad tan corrompida, que ha terminado por rebasarlo. Un idealista empedernido, pero acotado por circunstancias atroces. Sin embargo ahora, con su empecinamiento irracional en militarizar a toda costa la vida nacional, incluso violando conscientemente, con chicanadas vulgares, la Constitución, pongo seriamente en entredicho la presunta “buena intencionalidad” de don Andrés.

¡Pues ya te habías tardado mucho!, me reclamarán los que, desde un principio, tenían clasificado a nuestro mandatario como un grave peligro para México. Esos personajes que estaban muy a gusto cobrando chayotes desde la prensa y la intelectualidad, incluso desde la criminalidad orgánicas, y que no veían con buenos ojos, desde luego, a alguien que prometía llegar a la presidencia con el principal objetivo -al menos en el nivel de la retórica- de combatir la corrupción y la impunidad. Barrerla como se barren las escaleras, exclamaba en campaña el león candidato, convertido en manso corderito presidente.

La -a todas luces- perversa combinación de dejar en manos de soldados la seguridad pública y, al mismo tiempo, darles la posibilidad a jueces corruptos (en su mayoría) de encarcelar a potenciales inocentes hasta por décadas, sin juicio justo, ni sentencia, no puede ser producto de una buena intencionalidad. Tiene todas las características de un golpe militar blando, es decir, el que se logra no a balazos, sino a decretazos anticonstitucionales con la complicidad de legisladores, esos sí, traidores a la Patria, dicho esto último sin el menor rastro de respeto.

Los soldados, mexicanos y de todo el mundo, contra el alegato presidencial, están entrenados y marcados genéticamente para la guerra, por eso deben estar guardados en sus cuarteles en tiempos de paz. Su intervención en asuntos de Seguridad Pública debe ser extraordinaria, excepcional, supervisada y acotada con todos los adjetivos posibles para evitar que, ni en una sola maldita ocasión, pueda ponerse en riesgo la vida de un niño o los derechos humanos y garantías de cualquier ciudadano. ¿Es esto tan difícil de entender, señor presidente que se dice de izquierda?

No es de extrañar que sea precisamente “Alito” el que, anteponiendo sus intereses personalísimos -luego de la revolcada espantosa que le propinó Layda Sansores, exponiéndolo como lo que es, un gangstercillo ensoberbecido- rompa con la famosa “coalición” de los nostálgicos del saqueo, del neoliberalismo salvaje, contra un movimiento que se ha venido deteriorando por la creciente, digamos confusión de su principal dirigente, más interesado en aplastar electoralmente a sus adversarios políticos que en, simple y llanamente, gobernar bien para que sea el pueblo el que decida, como ocurre en las democracias auténticas.

No, don Andrés prefiere atolondrar al pueblo bueno con peroratas interminables, en campaña matutina permanente -a todas luces ilegal, por cierto- sobre lo malos que son los conservadores que lo critican, incapaces de sumarse a los elogios de fanáticos que lo consideran -como él mismo se proclama- un héroe de la patria de la talla de Morelos, Madero y Juárez, por lo menos.

López Obrador tiene el gran mérito de haber sacado del poder al corrupto prianperredismo que, efectivamente, saqueó al país y aniquiló los anhelos de los pobres y de las clases medias, es decir, de la inmensa mayoría que no pertenecemos a la oligarquía. Pero no se decidió a cumplir su promesa de castigar a los jefes de la mafia que denunciaba y ahora protege. No se animó a desmilitarizar nuestra Seguridad Pública (el principal pecado que él mismo le critica casi a diario a Calderón) simplemente porque, una vez en el poder, como confiesa sin rubor, cambió de opinión.

Y así podría ir mencionando una larga lista de incongruencias del Presidente, como la de darse por satisfecho con no otorgar nuevas concesiones mineras, a pesar de que él mismo denuncia que los neoliberales (principalmente Peña Nieto) obsequiaron el 60% del territorio nacional a mineros primordialmente extranjeros, lo que constituye un flagrante delito de traición a la patria que quedará impune, al menos durante su gobierno.

Hay muchos ciudadanos que van tomando conciencia, efectivamente, pero no en el sentido que piensa don Andrés Manuel, sino en el de darse cuenta que la 4té se ha quedado muy corta respecto de las grandes expectativas que creó, igualito que ocurrió con Vicente Fox.

La verdadera oposición surgirá, he insistido en ello, del propio Morena, aliado con las corrientes progresistas de otras formaciones sociales y partidistas. Los corruptos como Alito (y un buen número de otros peces gordos que hasta los niños en México saben quiénes son) deberían estar en la cárcel, pero el pacto primoroso secreto con Adán Augusto los libró, precisamente, de la famosa “prisión preventiva oficiosa” que tanto defienden.

Los que al interior de Morena traicionen principios fundamentales para complacer las ocurrencias del Presidente todopoderoso, contra sus fanfarronadas de que “no son lo mismo”, deberían ser repudiados y exhibidos como lo que son, fanáticos busca chamba que pervierten con su actitud lacayuna a su propio dirigente y envenenan el futuro de nuestro país. Así de simple, pero la burocracia pragmática hasta el cogote -de cualquier signo partidista- se hace, como de costumbre, de la vista gorda. ¡No tienen vergüenza!

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