Duplica Juan Zepeda en conocimiento y aceptación a Alejandra del Moral: El Universal
Solo lo supera Delfina Gómez en esos dos rubros. El peor evaluado: Enrique Vargas
LAS VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
“Si lee uno a esos falsarios corruptos del Reforma y escucha a Ciro o a Sarmiento, le puede a uno salir un tumor en el cerebro”: AMLO
Con esa frase lapidaria concluye hoy su campaña política cotidiana de 4 años al hilo, disfrazada de “conferencia matutina de prensa”, el presidente López Obrador. No es de extrañar, entonces, que la encuesta que publica hoy mismo El Universal presente a Delfina Gómez como la candidata mejor evaluada y a Morena como el instituto político con muchas más probabilidades de hacerse con la gubernatura del Estado de México. Lo extraño sería que no fuera así. Ésa no es la noticia.
Lo relevante es que el estudio publicado por El Universal consideró la opinión de los electores sobre los posibles candidatos, siendo Delfina Gómez la más conocida (68%) y con opiniones positivas más altas, con 41%; pero en segundo lugar queda Juan Zepeda, 57% de conocimiento y 31% de opiniones positivas; en tercer lugar Alejandra del Moral, 32% y 19%, respectivamente, y en el sótano Enrique Vargas, con 23% de conocimiento y 10% de opiniones positivas.
La maestra Delfina Gómez lleva casi seis años en campaña permanente, de la mano del presidente López Obrador. Estuvo a punto de ganarle la gubernatura a Alfredo del Mazo, a pesar del apoyo descarado del entonces presidente Peña y el impulso, también desvergonzado, que el Chapitas Ávila le dio como gobernador al candidato del PRD, Juan Zepeda. Luego fue nombrada por el presidente su representante para el reparto de programas sociales en el Edomex y posteriormente secretaria de Educación Pública sin más mérito para tan honroso encargo que la voluntad de su padrino. Finalmente precandidata, de nueva cuenta, a gobernadora o “coordinadora de la defensa de la 4té” que, para el caso, todo el mundo sabe, es lo mismo, pues se trata de un mecanismo diseñado para eludir el delito de actos anticipados de campaña.
Pero la campaña no ha empezado para Juan Zepeda, si es él y no Ana Lilia Herrera el o la que postule Movimiento Ciudadano, lo que no dependerá de ninguno de los dos, sino de las negociaciones entre el cancerbero del Grupo Atlacomulco- Acambay (presumiblemente Arturo Montiel, en acuerdo con Peña y Salinas) y el precandidato presidencial de ese grupo, Marcelo Ebrard Casaubón.
Con el apoyo millonario del Señor Ávila, Zepeda fue capaz de inclinar la balanza en favor de Del Mazo en el 17, con una estrategia tan eficaz que la gente no lo ha olvidado, y eso que enfiló sus demoledoras detracciones contra AMLO en plena ola de ascenso del obradorismo, hoy en franco declive.
¿Qué será capaz de hacer ahora Juanito, como candidato antisistémico, es decir, con su carismático y abrumador arrastre mediático enfilado no solo contra el sistema federal (luego de 4 años de francas y escandalosas incongruencias, como enfrentar la corrupción con un fiscal florero y la inseguridad con abrazos a criminales y a militares, entre otras muchas) pero también al sistema estatal, con un gobernador que prometió mano fuerte y decisiones firmes pero que en la práctica se ha limitado a protagonizar la farsa, la puesta en escena de una tarjeta rosa pervertida, como lo denunció su propio vocero.
En la encuesta de El Universal hay otro dato revelador: el 75% de los mexiquenses quieren un cambio y éste lo representa, desde luego doña Delfina, pero en segundo lugar, adivine usted quién: ¿Alejandra del Moral? ¿Enrique Vargas? No, Juan Zepeda y eso que es el único que no ha estado haciendo campaña con todo el apoyo de los gobiernos federal y estatal.
¿Piensa usted, amigo lector, que mi insistencia compulsiva en que Juan Zepeda se puede alzar como el caballo negro en la elección del 23, obedece a que es mi candidato?
No. Mi advertencia responde a que hay una probabilidad real de que este personaje se erija como el comisionado del Grupo Atlacomulco para perpetuar por un siglo su perniciosa hegemonía, política y económica, en el estado donde viven mis hijos y mis nietos.