Premian a la contralora que no vio el desfalco en Segalmex: Salvador García Soto
“Ahora será la súper contralora de todas las compras y adquisiciones del Gobierno Federal”
En medio de un escándalo de corrupción que se ha convertido en uno de los casos más significativos del sexenio de López Obrador, y uno de los casos de corrupción documentados más grandes de la historia, surge la interrogante sobre la actuación del Órgano Interno de Control (OIC) en Segalmex, la dependencia encargada de la distribución de alimentos para los más necesitados, plantea Salvador García Soto en su influyente columna de El Universal, Serpientes y Escaleras.
“Cuando se descubrieron los millonarios desvíos que realizaba el equipo de Ovalle, encabezado por el hoy prófugo Director de Administración, René Gavira, la titular del OIC era Rocío Corazón García Salas, una ingeniera en Acuacultura, que lejos de detectar y denunciar los contratos a modo para empresarios como Alejandro Puente, a cambio de sobornos millonarios para los altos funcionarios de Segalmex, se dedicó a abrir una gran de auditorías y revisiones que nada tenían que ver con el desfalco que ocurría en sus narices y lo único que hizo fue retrasar la integración de los expedientes para que las investigaciones se dilataran”.
Cuando salieron a la luz los millonarios desvíos de fondos, la titular del OIC era Rocío Corazón García Salas, ingeniera en Acuacultura, explica el columnista referido. Sorprendentemente, en lugar de detectar y denunciar los contratos irregulares con empresarios, Corazón García abrió numerosas auditorías que no se relacionaban con los desfalcos evidentes. Este enfoque dilató las investigaciones y, finalmente, las cifras filtradas a la prensa sugerían un quebranto de hasta 15 mil millones de pesos, una cifra muy superior a lo que las investigaciones de la Fiscalía General de la República indicaban.
Las acciones de Corazón García generaron desconfianza en la Fiscalía, ya que en lugar de proporcionar pruebas de los desvíos y la corrupción, intentaba negociar acuerdos con los proveedores implicados en el escándalo. Incluso se especula que pudo haber ayudado en la fuga del principal acusado, René Gavira, notificándole personalmente sobre las investigaciones en su contra antes de que huyera, sugiere García Soto.
“Lo más delicado de toda esta trama es que la ingeniera Rocío Corazón García, después de su poco clara actuación en la fiscalización de Segalmex y sus contratos irregulares, fue promovida para irse como titular del OIC al Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, con todo y los cuestionamientos y sospechas que ya existían por su desempeño, y estuvo en esa posición hasta hace unos días, porque la excontralora que no vio el millonario desfalco en el organismo alimentario, ha vuelto a ser premiada con el nombramiento de titular del Órgano Especializado en Contrataciones de la Secretaría de Educación Pública, o sea que ahora será la supercontralora de todas las compras y adquisiciones del gobierno federal”.
La controversia en torno a este nombramiento pone de manifiesto las preocupaciones sobre la lealtad política y las relaciones personales que prevalecen en el gobierno actual, y plantea serias dudas sobre la integridad y la transparencia en la administración pública.
En medio de un año electoral y en el cierre de la administración, la designación de Corazón García como súper contralora encargada de las compras gubernamentales sigue siendo objeto de debate y escrutinio público. Los ciudadanos se preguntan si la fórmula de lealtad por encima de la experiencia y los vínculos personales en el gobierno tendrá un alto costo para México, concluye la columna referida.