martes, octubre 15

“El Huracán Ramírez”. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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La torpeza del vocero de AMLO, Jesús Ramírez Cuevas, supera la categoría 5

Pocos medios se atreven a criticar la penosísima actuación del Presidente López ante la desgracia de la costa de Guerrero, no solo de Acapulco ni de la zona hotelera del centro turístico con más tradición en el país.

Pudo haber arribado en helicóptero y, si las condiciones no se lo permitían, haber aterrizado en Chilpancingo para luego hacer su show carretero y de caminata estilo Indiana Jones, cruzando ríos y maleza en un Jeep todo (bueno casi todo) terreno.AMLO se atasca Jepp

Nadie que jure a diario estar interesado primero en los pobres, viajaría 7 horas para finalmente conformarse con observar los daños de hoteleros, restauranteros y dueños de bares y discotecas que hacen millonarios negocios con nuestras riquezas naturales, sin preocuparse en absoluto por lo que aconteció a los humildes que sobreviven fuera de la zona turística.

Digamos que, al principio, don Andrés fue atacado por el síndrome de Miguel de la Madrid en el sismo del 85 y se quedó ensimismado. Pero ya en Acapulco, su vocero le podría haber aconsejado que pernoctaran ahí y que, al día siguiente, realizaran La Mañanera desde un helicóptero, sobrevolando toda la zona costera afectada por el huracán, lo que les habría permitido superar -informativamente hablando- a todos los medios a los que ellos mismos descalifican como chayoteros y mentirosos.

Pero Chucho Ramírez no tiene ni la menor idea de lo que significa producir un buen servicio informativo, a pesar de contar con recursos ilimitados. Su torpeza llega a la categoría 5.Jesús Ramírez Cuevas

A pesar de su reiterativo discurso, a don Andrés no parece preocuparle mucho el sufrimiento de los pobres -y ayer lo demostró una vez más-, con todo respeto. Se conformó con echar un rápido, fugaz vistazo el daño de Otis en la zona turística, para regresar de inmediato a su cómodo escenario de la Mañanera en Palacio Nacional, a fin de despotricar contra sus detractores. Contra Lilly Téllez, Loret de Mola, Kenia López Rabadán y todos los que descalificaron “el que haya desaparecido el Fonden”.

El mismo helicóptero que lo llevó de regreso a la Ciudad de México pudo haber sido usado para evaluar los daños no solo en la Costera Miguel Alemán, sino en toda la zona afectada.

Juró y perjuró el mandatario, evidentemente muy molesto, que la 4té no se robó los 18 mil millones del fondo para desastres. Que Hacienda los tiene disponibles para esos mismos propósitos y exhibió la foto clásica del buitre esperando que se muera la niña, para insultar a sus detractores.AMLO el buitre en espera de comer a su presa

Ya tenemos una idea clara de los gravísimos daños que este atípico huracán causó en la zona turística de Acapulco (no en donde realmente malvive la gente). Ya sabemos que don Andrés planea ayudar a los hoteleros y restauranteros que no tengan seguro. Que hará todo lo posible por restablecer el servicio eléctrico y habilitar un puente aéreo de ayuda en el aeropuerto militar de la zona de Coyuca y, si es posible, en el Internacional de Acapulco, siempre pensando, primero que nada, en auxiliar a los turistas para el regreso a casa. Que ya se contabilizaron 28 muertos y 3 desaparecidos. Que Loret mintió al asegurar que murieron 16 más en un hospital. Que este tipo de megaciclones serán cada vez más frecuentes como efecto del calentamiento global, contra lo que afirma una torpe meteoróloga en entrevista con Milenio TV (si no mal recuerdo, con Pedro Gamboa).Huracán Otis devastación en Acapulco

Lo que no sabemos es cuántos habitantes de la amplia zona de la Costa (Chica y Grande) perdieron lo poco que tenían (incluidas las vidas de sus familias), esos que viven casi en la miseria porque son explotados por la próspera industria turística como camareras, meseros (as), bell boys o bell girls, y toda clase de empleos marginales, muy mal pagados, que recuerdan una suerte de esclavitud para el disfrute de las “amenidades” y a menudo perversidades de los viajeros.

Esa información fluirá poco a poco, conforme prosperen los esfuerzos de un par de gobiernos, federal y estatal, que fueron incapaces de alertar a la población sobre los peligrosísimos eventos que se cernían sobre ellos, y que ahora montarán un espectáculo de “ayuda” para la reconstrucción de la infraestructura turística en manos de ultramillonarios nacionales y extranjeros.

¡Qué bueno que “no somos iguales”!

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