AMLO y la alienación colectiva. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Una semana sin atender La Mañanera me bastó para identificarlo como un líder típicamente fascista
Nadie como Wilhelm Reich (“Psicología de Masas del Fascismo“) ha podido explicar con absoluta claridad ese fenómeno que ha costado centenares de millones de vidas humanas, porque el fascismo de ninguna manera se restringe a los odiosos acontecimientos protagonizados por las masas alemanas subyugadas por el discurso engañoso y amañado del Führer. Reich describe con su mismo genial sistema analítico, derivado directamente del psicoanálisis, el “fascismo rojo” de Stalin.
El fascismo, fenómeno social asociado con lo que Reich llama “la plaga emocional” no se circunscribe en exclusiva a ninguna tendencia ideológica o política de derecha, sino que infecta por igual a los izquierdistas de manual, hábiles reproductores de discursos incendiarios que se apagan y extinguen tan pronto como toman contacto con la realidad.
Es obvio para cualquiera familiarizado con el método científico que para desentrañar los detalles de un mecanismo tan sofisticado que puede inducir a masas de individuos a seguir ciegamente las indicaciones de personajes tan perturbados, emocional y mentalmente, como Adolf Hitler o como José Stalin, se requieren ciertos conocimientos previos que permitan formular las hipótesis adecuadas. Es por ello que los seguidores compulsivos de líderes fascistas tienen que ser lo suficientemente ignorantes respecto del método científico, aunque puedan tener grandes luces culturales autóctonas muy respetables, pero inútiles para el propósito de encarar con lucidez las mentiras de cualquier Führer.
Andrés Manuel López Obrador es un mentiroso consuetudinario muy fácil de desenmascarar, porque las fantasías que pregona, chocan a diario con una realidad que sus fanáticos no ven, por mucho que los datos aplastantes (por ejemplo los más de 180 mil muertos) se les pongan enfrente.
El primer rasgo del fascismo es que sus víctimas tienen un impenetrable velo en los ojos, cuidadosamente instalado por aquél a quien consideran como su guía intelectual y político, al mismo tiempo que su líder espiritual. Por eso AMLO ha dedicado la mayor parte de su tiempo como Presidente no a resolver los gravísimos problemas de inseguridad que azotan al país, por ejemplo (por mucho que se desmañane en reuniones cotidianas, tan constantes como inútiles, con el gabinete de seguridad) sino a inyectar una ideología plagada de falsedades en la mente de sus apasionados seguidores, lo que él llama “la revolución de las conciencias” y los maoístas identifican como “la revolución cultural”.
No resulta accidental que esta técnica goebbeliana de repetir mentiras hasta que se consideren como verdades axiomáticas, es decir, que no necesitan demostración, sea usada por nuestro Presidente en un personalísimo estilo de gobernar, como decía, típicamente fascista.
La buena noticia es que Claudia Sheinbaum va a ser absolutamente incapaz de construir un segundo piso para continuar con el maligno embrollo en el que estamos atrapados, porque el mérito de incidir en la intimidad de la mente de las masas de ignorantes que siguen ciegamente a don Andrés, no lo puede ejercer cualquiera, por muchas facultades miméticas que, sin ningún decoro, la distingan. El fascismo necesariamente y por fortuna muere con el líder que logró la magia de instaurarlo, por eso los dirigentes fascistas tienden, invariablemente, a perpetuarse en el poder, como los Danielitos Ortega y los Nicolas Inmaduros.
El intrincado mecanismo que Reich explica con maestría en su grandiosa obra para dejar en claro que los seguidores del fascismo en realidad lo que siguen son sus propios impulsos secundarios inconscientes, requiere por lo menos leer antes de “Psicología de Masas del Fascismo“, los libros “La Función del Orgasmo” (que el famoso Eric Fromm se fusiló descaradamente en “El Miedo a la Libertad” y “El Arte de Amar“), “Análisis del Carácter” y “La Revolución Sexual“.
¿Qué tiene que ver el sexo con el fascismo? se preguntarán muchos mojigatos indignados que, en cantidades sorprendentes, abandonan horrorizados la lectura de “La Función del Orgasmo” desde sus primeras páginas, tan pronto como se les revela que sus mentes atrapadas en corazas psíquicas, asociadas invariablemente con contracciones musculares crónicas en diversas partes de sus cuerpos, los enajenan con ideologías que les impiden ver con claridad el mundo que les rodea, y la forma en que políticos mañosos usan esa condición fisiopatológica para dominarlos, engañarlos y explotarlos ma-si-va-men-te.