El Plan claudista de Seguridad no difiere mucho de los “abrazos y no balazos” del obradorismo
El énfasis puesto en la inteligencia y la coordinación podría no ser suficiente para alcanzar los objetivos
A una semana de asumir la presidencia, Claudia Sheinbaum presentó su estrategia para pacificar un país devastado por la violencia, tras el mandato de Andrés Manuel López Obrador que dejó casi 200,000 homicidios dolosos. La propuesta de Sheinbaum se basa en una política que intenta alejarse de la simpleza del “abrazos no balazos” y orientarse hacia una mayor inteligencia policial y coordinación institucional, que incluya a la Fiscalía General de la República. Sin embargo, expertos cuestionan si estas medidas podrán solucionar estructuralmente la crisis de violencia que enfrenta el país, según un amplio reportaje presentado por Lidia Arista en Expansión.
Los ejes de la nueva estrategia
El plan de Sheinbaum se centra en cuatro ejes: atención a las causas de la violencia, fortalecimiento de la Guardia Nacional, inteligencia e investigación, y coordinación entre la Fiscalía General de la República (FGR) y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), entre otras instancias de los 3 niveles de Gobierno. Si bien estas medidas le rindieron frutos durante su mandato en la Ciudad de México, replicar el éxito a nivel nacional parece ser un reto monumental.
En su conferencia matutina, Sheinbaum rechazó cualquier retorno a la “guerra contra el narco” de Felipe Calderón, prometiendo en su lugar un enfoque preventivo e inteligente. Sin embargo, las cifras pintan un panorama sombrío: México cerró el sexenio anterior con 196,505 homicidios, la cifra más alta en su historia reciente.
La Guardia Nacional y la militarización: ¿solución o problema?
Sheinbaum propone consolidar la Guardia Nacional, un cuerpo de seguridad creado en 2019 bajo la administración de López Obrador. A pesar de contar con 120,000 elementos, este cuerpo ha demostrado ser menos eficiente que su predecesora, la Policía Federal, en términos de detenciones. Esto ha generado críticas por parte de organizaciones como México Unido Contra la Delincuencia, quienes advierten sobre los peligros de la creciente militarización de la seguridad pública, una línea que Sheinbaum parece continuar, a pesar de los riesgos señalados.
¿Una réplica imposible?
Si bien Sheinbaum logró reducir significativamente los homicidios en la Ciudad de México, expertos como Juan Carlos Piña consideran que replicar ese modelo a nivel nacional es complicado debido a la diversidad del crimen organizado en el país. Zonas como Guanajuato, Guerrero o Sinaloa tienen dinámicas criminales muy distintas, lo que hace difícil aplicar soluciones homogéneas.
Los críticos coinciden en que el plan de Sheinbaum muestra continuidad con las estrategias previas de López Obrador, Calderón y Peña Nieto, todas con un enfoque en la coordinación y el uso de las fuerzas armadas, pero sin lograr soluciones estructurales a largo plazo. Las promesas de inteligencia y coordinación suenan bien en teoría, pero quedan dudas sobre su efectividad real en un país donde la violencia está profundamente arraigada en el tejido social y político.
Conclusión: ¿más de lo mismo?
La estrategia de Claudia Sheinbaum, a pesar de introducir algunos ajustes en el enfoque de seguridad, parece una continuación de las políticas de sus predecesores, con una fuerte dependencia de la militarización y el uso de la Guardia Nacional. Si bien la presidenta busca evitar los errores del pasado, los desafíos estructurales, la naturaleza diversa del crimen en México y la falta de una solución de fondo plantean serias dudas sobre el éxito de su propuesta. La promesa de “inteligencia y coordinación” enfrenta un escepticismo creciente ante un problema que, hasta ahora, ha demostrado ser inmune a las respuestas tradicionales.