¿Así que ya no es la Corte la Suprema? LA VERSION NO OFICIAL. Por Jesús López Segura
Ahora El Supremo será el Legislativo, nada menos que por decisión del propio Legislativo
Guillermo Sheridan le decía a López Obrador “El Supremo”, y usaba el más fino sarcasmo de los últimos tiempos, equiparable a la maestría literaria de Carlos Monsiváis, por ejemplo, para ridiculizar las pretensiones megalómanas del tabasqueño, al autoproclamarse como héroe nacional, a la altura de quienes encabezaron movimientos de la talla de la Independencia, la Reforma y la Revolución en México.
Ahora, ejerciendo su Presidencia “home office” desde Palenque, con su finca custodiada en medio del infierno chiapaneco por un destacamento de la Guardia Nacional ¡enteramente a su servicio!, don Andrés ordena a su operador político en el Senado, Adán Augusto (otro que se siente “supremo”), que extienda la megalomanía cuatrotera hasta el punto de declarar, por sus purititas pistolas, la supremacía del Legislativo (que López Obrador controla a distancia) sobre los otros Poderes de la Unión, no sea que doña Claudia vaya a sufrir un repentino, aunque improbable, ataque de autonomía.
Así que ya no es la Corte la Suprema. Ni la Presidenta tampoco. La supremacía absoluta la tendrá el Legislativo por decisión nada menos que del propio Legislativo y háganle como quieran, nos manda decir “el Presidente” (como le dice todavía Claudia).
Ya dominados por ese complejo de supremacía, los legisladores morenistas, al unísono, como acostumbran actuar al son que les marcan sus pastores, aclamaron al gobernador Rubén Rocha Mayo, perdón Moya. ¡No estás solos! le gritaban, admitiendo de manera inconsciente que no solo él tiene acuerdos con narcotraficantes y no solo él está presuntamente implicado en el asesinato de un rival.
El instinto de manada –que ameritaría una revisión psiquiátrica– impulsa al rebaño morenazi a proteger a cualquier pájaro de cuenta por el solo hecho de pertenencia a la suprema parvada. Es lo único que los reconforta, al parecer, ante los llamados cada vez más tenues de lo que les queda de consciencia por haber traicionado sus más caros principios, por órdenes nada menos que del Supremo. Pobrecitos.
Tan la supremacía le ha sido arrebatada a la Presidenta Sheinbaum, que esta mañana hizo el ridículo ante un cuestionamiento de Latinus en el sentido de que se habla ya de una dictadura: Dijo Claudia, pésimamente informada o fingiendo demencia –tan nerviosa que parecía rompería en llanto– que la Supremacía Constitucional aprobada ayer no significa otra cosa que subir a la Constitución lo que ya estaba en la ley, en el sentido de que los amparos son improcedentes para atacar reformas constitucionales, lo que es una flagrante mentira, porque se inhabilitan todos los recursos legales existentes, no solo el amparo, sino también la controversia constitucional y la acción de inconstitucionalidad, que son actualmente los únicos recursos legales de la Corte para bloquear cualquier reforma que viole el espíritu del Constituyente o de “los padres fundadores”, como identifican en Estados Unidos al inatacable andamiaje constitucional que los funda como nación.