Extraño revés al militarismo de AMLO, pero que los diputados todavía podrían frenar
“Ahora resulta que, desde Palenque, López Obrador está dictándole a los senadores y senadoras quién va a ser la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. ¡Ya se retiró de la vida pública, está escribiendo su libro, está en otras tareas de la transformación¡”, expuso Claudia Sheinbaum en su mañanera, muy enfática y bastante recuperada su triste figura de caballero andante, supongo que para frenar las múltiples especulaciones derivadas de la imposición de la Piedra en el zapato de la CNDH.
Confieso que la noticia me confundió. Manejada con discreción por algunos diarios y con bombo y platillo por otros (como es el caso del oficialista diario La Jornada –en otros tiempos campeón de la independencia editorial–) en el sentido de que finalmente doña Claudia parece haberse salido con la suya de empoderar a Omar García Harfuch, ex colaborador de García Luna, hijo y nieto de baluartes de la represión echeverrista y diazordacista, como una especie de Zar antidelincuencia de su Gobierno; esta noticia, recalco, chocó con mis ejercicios prospectivos previos en el sentido de que por ningún motivo el ex presidente permitiría que se eliminaran, de un plumazo legislativo, todos los esfuerzos de su gobierno para militarizar la Seguridad Pública en el país.
Pero al decir “parece haberse salido con la suya”, en realidad me cuido las espaldas advirtiendo que todavía falta que los diputados, al mando de AMLO, vía Monreal, ratifiquen el milagro que tanto ha entusiasmado a los opositores y a las y los mexicanos que de buena fe rechazamos esa militarización, por las terribles desgracias que ha traído a nuestro pueblo.
Si los diputados morenistas aprobaran, con la misma indiferencia que los senadores, esa iniciativa que, en los hechos, significa un giro de 180 grados a la política oficial de Seguridad de la 4té, al menos en su primer piso, equivaldría a que de repente, ya instalada en el segundo piso, doña Claudia saliera conque la estrategia de abrazos y no balazos de AMLO no sirvió para nada. ¡Ah, perdón! eso es precisamente lo que acaba de espetar, sin anestesia alguna, el todavía embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, lo que provocó un editorial demoledor de La Jornada.
Claudia le envió una nota diplomática de “extrañamiento” bastante discreta a Salazar, vía la Cancillería, pero el diario que recibió carretadas de millones de pesos del obradorismo estaba tan molesto, que su editorial parecía escrito por Nayib Bukele burlándose de los abrazos a la delincuencia. ¿Por qué será?
¿Claudia Sheinbaum Pardo está decidida a tomar el toro por los cuernos y aferrarse al bastón de mando? ¿Estará pactando con Estados Unidos una salida decorosa para el expresidente López Obrador por los múltiples expedientes ocultos que le han construido desde allá, personajes que ahora empatan, casualmene, con quienes integrarán el gabinete de Donald Trump? ¿Será por eso que AMLO cedió al capricho de Sheinbaum para que el caballero de la noche ascendiera a Superman?