Enrique Peña Nieto dejó al país con niveles de violencia más altos que los heredados por Calderón

LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

Los líderes parlamentarios del PAN y PRI alzaron la voz para señalar el supuesto fracaso de Claudia Sheinbaum en la lucha contra el narcotráfico, calificando su estrategia como “escenográfica” y plagada de “cifras maquilladas”, según nota de Víctor Chávez en El Financiero. Sin embargo, resulta paradójico que quienes ahora condenan la inseguridad y la violencia sean los mismos que apoyaron las políticas de militarización y confrontación directa contra los cárteles que llevaron al desastre actual.

El diputado panista Federico Döring y el vocero del PAN, Jorge Triana, critican la falta de resultados y lamentan la llegada de Donald Trump a un segundo mandato sin que México pueda defenderse de sus amenazas. Pero es imposible olvidar que, durante el gobierno de Felipe Calderón, se desató una guerra frontal contra el narcotráfico que potenció una espiral de violencia. Esta estrategia no sólo no debilitó a los cárteles, sino que fragmentó las organizaciones criminales, generando un mosaico de grupos más pequeños, violentos y difíciles de controlar.

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Las acusaciones de “propaganda de partido” y “opacidad” contra Morena también tienen un tinte irónico. Los mismos partidos que ahora critican el manejo de cifras son los responsables de iniciar un modelo de seguridad basado en operativos espectaculares y detenciones mediáticas de líderes del narcotráfico, mientras ocultaban el impacto real en la población. Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, el PRI prometió una estrategia más efectiva que nunca llegó, dejando al país con niveles de violencia incluso más altos que los heredados de Calderón.

Rubén Moreira, diputado priista, reprochó la eliminación de columnas en las estadísticas oficiales de seguridad, pero no menciona que estas mismas instituciones fueron debilitadas y politizadas bajo los gobiernos del PRI y el PAN, erosionando su capacidad de actuar con independencia y transparencia.

Niveles de violencia se elevaron con Calderón y aumentaron con Peña Nieto

Un análisis crítico: entre la hipocresía y la falta de propuestas

Es innegable que la administración de Claudia Sheinbaum enfrenta serios retos en materia de seguridad heredada también por su antecesor e impulsor de la absurda estrategia de abrazar a la delincuencia, pero el contexto que dio origen al actual círculo vicioso no puede ser ignorado. La narrativa de la oposición parece más enfocada en capitalizar políticamente el tema que en asumir su responsabilidad histórica.

Al final, acusar de falta de resultados a un gobierno que sigue lidiando con los estragos de una política de seguridad mal diseñada durante casi dos décadas es, cuando menos, una muestra de cinismo.

Lo que México necesita no es más recriminaciones vacías, sino una reflexión profunda sobre los errores del pasado y un enfoque verdaderamente integral que priorice la prevención, la justicia y la reconstrucción del tejido social. Pero la reticencia de doña Claudia y su grupo a asumir con visión crítica -al menos en este delicado tema- el legado del expresidente López Obrador y limitarse, como él, a demonizar a Felipe Caderón sin despeinar el copete de Peña Nieto, por ejemplo, no puede verse con optimismo.