martes, julio 15

Insólito: Embajada china confronta a Ronald Johnson. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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México, pieza clave en el ajedrez geopolítico y comercial. ¿Inminente su incorporación al BRICS?

En un acto que trasciende el mero lenguaje diplomático para convertirse en un verdadero jalón de orejas, la embajada de China en México le leyó la cartilla al embajador estadounidense Ronald Johnson, y de paso, dejó entrever una jugada más fina y estratégica: la lenta pero decidida seducción de México hacia la órbita de los BRICS. Sí, el bloque que alguna vez fue solo una sigla curiosa, ahora parece perfilarse como el nuevo centro de gravedad del orden multipolar… y China -que ya se metió hasta la cocina en Cuba– quiere que México baile en esa pista.

En un comunicado que más parece un misil retórico con coordenadas en Washington, la representación china no solo refutó las declaraciones del embajador Johnson —quien acusó a Pekín de buscar intimidación financiera y control regional—, sino que le devolvió el golpe con una crítica demoledora: “mentiras llenas de prejuicios ideológicos” y “pensamiento de Guerra Fría” son solo algunas de las frases utilizadas para describir la política exterior de Estados Unidos. Más directo, imposible.

Y es que Johnson, como buen emisario del imperio en decadencia, repitió el viejo libreto de la amenaza china, como si no se diera cuenta de que ya nadie compra esa película sin revisar primero quién la financia. Según el diplomático estadounidense, China está empujando a América Latina —y específicamente a México— hacia una mayor dependencia económica. La embajada china respondió con la elegancia de quien sabe que tiene la sartén por el mango: lo que hace EE.UU., dijeron, es sembrar miedo para mantener su hegemonía en ruinas.

Pero aquí no se trata solo de un berrinche diplomático. Lo que hay de fondo es el progresivo deslizamiento de México hacia un nuevo eje de poder. Mientras Washington se desangra entre su guerra comercial autoinfligida, el tráfico de armas sin control y una política migratoria tan inhumana como inútil, Pekín se presenta como el socio confiable, paciente y con chequera en mano. ¿Cooperación energética? ¿Inversión en infraestructura? ¿Mercado para exportaciones mexicanas? Todo eso está en juego… y China ya está sentada a la mesa.

El documento chino también señala, con un sarcasmo elegante, que EE.UU. debería enfocarse en “promover la amistad con el país donde se acredita” en lugar de “confundir lo blanco con lo negro todo el día”. Una frase que parece escrita para dejar en claro que el tiempo en que Washington podía sermonear impunemente en América Latina se está acabando. Y lo que viene después, si no reaccionan, es la consolidación de un nuevo orden, uno en el que el sur global —con China como cerebro operativo— pone las reglas del juego.

Así, mientras EE.UU. multiplica sanciones y despliega retórica de Guerra Fría, China teje alianzas, construye infraestructuras y alimenta con pragmatismo la idea de un México BRICS-friendly. Y como en todo buen juego de ajedrez, no hace falta gritar para ganar: basta con mover las piezas correctas en silencio.

La pregunta ya no es si México podría unirse al BRICS. La pregunta es: ¿cuánto tiempo más podrá EE.UU. impedirlo?

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