Destruyen miles de medicamentos ya pagados ¡porque no hay dónde almacenarlos!

Farmaciotota: el sueño húmedo de AMLO que se erige como uno de sus mayores ridículos
Por Jesús López Segura
Por más discursos, promesas recicladas o referencias danesas, la 4T no logra ni siquiera almacenar lo que los laboratorios ya surtieron. Y mientras tanto, medicamentos esenciales terminan en el basurero… literal y metafórico.
En una nueva muestra del talento inigualable de la autodenominada Cuarta Transformación para hacer del absurdo una política de Estado, miles de medicamentos están siendo destruidos en México no por falta de producción o entrega, sino porque el gobierno no tiene dónde meterlos. Sí, así de grotesco. Según reporta El Financiero, laboratorios farmacéuticos cumplen con sus compromisos de entrega, pero al llegar a los almacenes del sistema público de salud —o lo que queda de él— los camiones son rechazados por saturación. Resultado: medicamentos caducan, pierden cadena de frío o incumplen protocolos y deben destruirse.
¿Y la famosa “Farmaciotota” imaginada en alguna noche de insomnio por el expresidente López Obrador? Pues sigue siendo eso: un delirio logístico, un monumento a la ineficiencia que ni siquiera sirve como bodega de paso.
Larry Rubin, de la Asociación Mexicana de la Industria de Investigación Farmacéutica (AMIIF), lo dijo sin rodeos: los laboratorios entregan a tiempo, pero el gobierno no puede recibir. No hay capacidad. No hay organización. No hay un sistema operativo funcional. Solo hay promesas, deudas y desorden.
La explicación oficial raya en el autoengaño: según Eduardo Clark, subsecretario de Salud, la culpa es de los contratos anteriores, de almacenes que no están bajo control del IMSS-Bienestar y de estados que no tienen infraestructura. Es decir, seis años después de iniciar su cruzada por desmantelar el sistema anterior, la 4T sigue culpando al pasado de los escombros del presente.
Y por si fuera poco, el gobierno adeuda más de 30 mil millones de pesos a los laboratorios. Una deuda que crece mes con mes y que, como advierte Rafael Gual Cosío, de Canifarma, pone en jaque la viabilidad financiera de la cadena de suministro. Porque en el mundo real, el de los medicamentos y la salud, sin pago no hay abasto, y sin abasto no hay atención médica. Pero claro, en el mundo alterno de Palacio Nacional, basta con declarar que México tiene ya un “sistema de salud mejor que el de Dinamarca” para que la realidad se reconfigure mágicamente.
El problema es que las cajas con medicamentos no entienden de propaganda. Necesitan frío, resguardo, personal capacitado, logística y, sobre todo, ser distribuidas. Si no, se echan a perder. Como se ha echado a perder —por incompetencia, dogmatismo y soberbia— el sistema de salud público de México.
Pero eso sí: los jingles siguen sonando, los recortes se editan con drones, y la Farmaciotota aparece en los discursos como el gran legado sanitario del obradorismo. Lástima que a la hora de los hechos, el único legado que deja es un basurero lleno de medicinas intactas, destinadas al fuego. Cada vez más lejos de Dinamarca.