Ecatepec: “obras públicas” patrocinadas por gaseras pirata. AL GRANO. Por Jesús López Segura

Azucena Cisneros recibe moches en especie de gaseras ilegales que cerró y luego rehabilitó: Proceso
En Ecatepec, municipio gobernado por la morenista Azucena Cisneros Coss —perteneciente al grupo del senador con licencia Higinio Martínez, presuntamente en disputa con la gobernadora Delfina Gómez— la obra pública se ha degradado al punto de quedar en manos de gaseras clandestinas. Vecinos y organizaciones denuncian que, bajo el disfraz de “donativos en especie”, al menos 20 de estas empresas, vinculadas al robo de gas LP a Pemex, son quienes pagan luminarias, material de bacheo, tubos para drenaje e incluso maquinaria para desazolve en temporada de lluvias.
Lejos de ser un acto de “solidaridad empresarial”, se trata de un soborno institucionalizado: los denunciantes -entrevistados por la revista Proceso- aseguran que, tras clausurar simbólicamente algunas estaciones irregulares, la alcaldesa permitió su reapertura a cambio de aportaciones que oscilan entre 500 mil y un millón de pesos mensuales, disfrazados de “apoyo a la comunidad”. Es el nuevo rostro del moche, ahora con huachigas incluido.
El esquema es perverso: primero el municipio aparenta combatir la ilegalidad, luego negocia con los mismos delincuentes que ponen en riesgo a miles de habitantes. Y mientras las gaseras clandestinas pavimentan calles y pintan oficinas municipales, los recursos federales destinados a obra pública quedan en la penumbra.
No es un fenómeno menor. De acuerdo con la Amexgas, 60 mil toneladas de gas LP robado circulan mensualmente desde los ductos de Pemex, con Ecatepec y Chalco convertidos en centros neurálgicos de distribución ilegal. Un negocio del crimen organizado que, según vecinos, ha mutado en alianza política, con el riesgo de que financie incluso la reelección de la propia Cisneros.
La desconfianza es tal que los habitantes afirman tener miedo de denunciar, pues las autoridades estatales y federales parecen igualmente omisas o cooptadas. Mientras tanto, la alcaldesa mantiene un silencio calculado: pese a que Proceso buscó su versión durante más de una semana, Cisneros Coss se ha negado a dar la cara.
En Ecatepec, la frontera entre autoridad y delincuencia se ha vuelto indistinguible. Y lo que se presenta como obra pública es, en realidad, la fachada de una corrupción y lavado de dinero que pone en jaque no solo la seguridad de los vecinos, sino también el futuro político de Morena en uno de sus bastiones más poblados y estratégicos.
Los crecientes rumores sobre la existencia de una alianza entre políticos y criminales, una suerte de simbiosis que tiene sometida a la sociedad mexicana, obligan a meter lupa en la tenebrosa historia que Proceso ha puesto a la luz pública sobre el municipio más poblado del país, identificado por sus propios habitantes como un lugar indeseable para vivir.