Sheinbaum, sacerdotisa mayor del culto a AMLO. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

“Nunca lo podrán calumniar porque Él se quedó en el corazón del pueblo de México”
La presidenta Claudia Sheinbaum no pierde oportunidad de recordarnos que el verdadero jefe no despacha en Palacio Nacional sino en la memoria viva del “pueblo bueno”. Durante su gira en Mérida, lejos de hablar de la violencia que desangra al país o del inminente acoso de Donald Trump desde Washington, prefirió consagrarse como la sacerdotisa mayor del culto a su antecesor: Andrés Manuel López Obrador.
“Nunca lo podrán calumniar porque él se quedó en el corazón del pueblo de México”, repitió con un fervor que ya no es político, sino casi litúrgico. La mandataria, que suele enfrentarse con tibieza a los cárteles o a la diplomacia brutal del norte, derrocha vehemencia solo cuando se trata de blindar la reputación de López Obrador.
El discurso fue un rosario de lugares comunes: culpas heredadas de Salinas a Peña Nieto, elogios a los Programas del Bienestar y la proclamación delirante de que “México es el país más democrático del mundo”, porque —según ella— ahora el pueblo elige hasta a sus jueces. Como si los “iluminados” que cuestionan el experimento de los acordeones fueran simples herejes de la democracia verdadera.
Para rematar, en su conferencia matutina de este lunes no dudó en soltar otra perla: “la megafarmacia está funcionando”. El mismo elefante blanco que ni abastece medicinas ni resuelve la crisis hospitalaria, pero que sigue sirviendo como talismán propagandístico.
Sheinbaum, en suma, se presenta más como la guardiana de la memoria de López Obrador que como presidenta de un país que enfrenta problemas mucho más urgentes. Y al hacerlo, deja claro que le tiene más miedo al tabasqueño que a los criminales o al racismo trumpista que amenaza desde la Casa Blanca.