Adán Augusto López, en el ojo del huracán. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

La Barredora extendió su estela de asesinatos a Puebla y Tlaxcala, revela reportaje de Proceso
Un amplio reportaje de la revista Proceso revela la enorme tragedia de 70 asesinatos que ha dejado la sanguinaria organización “Operativa Barredora”, brazo del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en Puebla —incluidos diez policías— y extendido su dominio a Tlaxcala, empleando una estrategia de terror mediático: videos en redes sociales, amenazas a autoridades, decapitaciones, cuerpos calcinados y uso de explosivos.
La investigación revela un escándalo que salpica directamente al senador Adán Augusto López Hernández y compromete a la propia presidenta Claudia Sheinbaum, quien lo ha protegido pese a los crecientes indicios de su inocultable y hasta descarado vínculo con el crimen organizado.
Las detenciones en Puebla de Carlos Tomás Díaz Rodríguez (“El Tomasín”) y Ángel Javier “N” (“El Caiser”), líderes de La Barredora de Tabasco, exponen un hilo directo con el entorno político de Adán Augusto, pues Díaz Rodríguez era brazo derecho de Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco durante el gobierno del hoy senador y exaspirante presidencial. Ambos fundaron esa célula criminal bajo su administración.
Lejos de ser una coincidencia, el traslado de estos líderes a Puebla —donde siguieron operando con total impunidad— exhibe un blindaje político. Pese a las evidencias, el secretario de Seguridad poblano insiste en separar a ambas células, minimizando los nexos entre Tabasco y Puebla, en lo que parece un intento oficial, impulsado por el impresentable gobernador poblano Alejandro Armenta (heredero del marinismo) por encubrir la conexión morenista.
Durante los gobiernos de López Hernández y Sheinbaum, La Barredora ha consolidado un régimen de terror: ejecuciones públicas, atentados con granadas, infiltración policiaca, asesinatos de figuras públicas como la influencer Vielka Pulido, y desafíos directos al Estado mediante mantas y videos de “ajusticiamientos”.
El rastro de sangre —que incluye cabezas humanas abandonadas, cuerpos desmembrados y ataques simultáneos a policías y comercios— expone el fracaso del discurso de “pacificación” de Sheinbaum, quien mantiene bajo su ala a uno de los políticos más comprometidos con el narco según las propias detenciones judiciales.
En suma, La Barredora no sólo ha barrido con la seguridad de Puebla y Tlaxcala, sino también con la credibilidad del gobierno federal: un cártel nacido al amparo de Adán Augusto López y tolerado por la Presidencia actual.





