martes, octubre 28

Televisa, de adversario feroz, a cliente consentido de AMLO. AL GRANO. Por Jesús López Segura

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5 mil millones de pesos obsequió El Señor de Palenque a Televisa, TV Azteca y La Jornada

Casi cinco mil millones de pesos en publicidad oficial fueron a parar a los bolsillos de los gigantes mediáticos televisivos y el diario consentido de AMLO durante su sexenio, según el informe “Publicidad Oficial 2024” de Artículo 19 y Política Colectiva. De ese pastel, Televisa —la misma que por años lo vetó— se llevó la rebanada más grande: mil 877 millones de pesos, consagrándose como la principal beneficiaria del primer gobierno “de izquierda” en la historia moderna de México.

De adversario feroz a cliente consentido. Así podría resumirse la conversión ideológica de Andrés Manuel López Obrador frente al duopolio mediático que durante años lo marginó, lo caricaturizó y lo tachó de “peligro para México”. Ya en el poder, el autoproclamado paladín del pueblo terminó por abrirle las arcas públicas a las mismas empresas que simbolizaban —según su propio discurso— la corrupción del viejo régimen: Televisa, TV Azteca y, para aderezar el simulacro de “pluralidad”, su diario predilecto, La Jornada.

Nada mal para una empresa que, como recordó el propio Emilio Azcárraga Jean en 2019, “quería quedar bien” con el nuevo presidente. Bastó un apretón de manos y un abrazo para que la enemistad se evaporara. Años atrás, el mismo López Obrador había dicho que “ni con todos los Teletones del mundo podría Televisa compensar el daño causado al pueblo de México”. Ya en Palacio Nacional, el tono cambió: “No olvidar, pero sí perdonar”. Y, sobre todo, pagar.

Ricardo Salinas Pliego, su némesis mediática, también fue incluido en la lista de los privilegiados. Aunque el magnate y el presidente se trenzaron en una pelea pública en 2024, TV Azteca siguió recibiendo cuantiosos contratos, al menos hasta el punto en que la relación se enfrió. Como dijo Leopoldo Maldonado, de Artículo 19, “la lógica del ‘no pago para que me pegues’ sigue intacta”. López Portillo estaría orgulloso.

Porque en realidad nada cambió. López Obrador redujo el gasto total en publicidad —eso sí—, pero lo concentró en unas cuantas manos amigas. De la austeridad republicana a la discrecionalidad presidencial, el salto fue mínimo. El discurso moralista sirvió para encubrir la misma práctica de siempre: premiar la docilidad y castigar la crítica.

A final de cuentas, el viejo enemigo se volvió socio; la mafia del poder, aliada; y el supuesto gobierno del cambio, un espectáculo transmitido en horario estelar. La escena final es digna de telenovela: Emilio Azcárraga, ya retirado de la presidencia de Televisa, sonríe junto a Claudia Sheinbaum y remata su intervención con una frase perfectamente medida:

“Presidenta Sheinbaum. Es un orgullo tener a la primera Presidenta mexicana.”

Todo en orden. El guion fue reescrito, los villanos de ayer son los patrocinadores de hoy, y el héroe de la austeridad resultó otro más que se dobló ante el brillo de la pantalla. Los mismos 5 mil millones de pesos que obsequió AMLO y su patiño Jesús Ramírez Cuevas a Televisa, TV Azteca y La Jornada, exactamente esa cantidad como anécdota de las casualidades, detectó la Auditoría Superior de la Federación como “irregularidades” en el último año de gobierno del ahora exiliado en “La Chingada“.

 

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