Continúan los burdos ataques, en nado oficialista sincronizado, contra Azucena Uresti
Al linchamiento de Azucena se suman Adela Micha y, desde luego, Elizabeth García Vilchis, entre otras prestigiosas damas
Por Jesús López Segura
Sin matizar el tono chillón de su desagradable voz, la respetabilísima señora Ana Elizabeth García Vilchis, (sin ánimo de ofenderla, como otros que hasta le alteran el apellido) quizá envalentonada por ser mujer, adoptó una actitud más agresiva que el propio presidente López Obrador en la ardua labor de desacreditar, por todos los medios posibles, a Azucena Uresti:
Asentó con firmeza, como lo haría cualquier autoridad académica intachable, que Azucena “volvió a la carga” en su programa de Radio Fórmula, difundiendo la evidente mentira de que “en estos tiempos … el periodismo está bajo acoso, bajo amenaza y bajo ataques constantes”.
Con rostro de indignación, porque está convencida de que el Presidente Andrés Manuel López Obrador “jamás ha atacado a ningún periodista”, la conductora de la gustada sección “quién es quién en las mentiras de la semana” no pudo más que espetar, a falta de mayores argumentos, el lema preferido de su amado líder. Con un evidente nudo en la garganta y lágrimas contenidas de rabia en sus bonitos ojos, soltó el famosísimo estribillo de “no somos iguales”. Con eso pensó que había quedado dicho todo. Postrada en el finísmo tapete bordado en los talleres de Chucho Ramírez, a los pies de don Andrés Manuel, en conmovedora escena.
Luego, volví a sentir serias dudas sobre la presunta liberación de la mujer mexicana cuando escuché a Adela Micha, y a algunas otras argüenderas de YouTube, reproducir el argumento de otros tantos jumentos machones youtuberos en el sentido de que Azucena estaba obligada a dejar la ambigüedad y explicar, con lujo de detalle, cuáles son esas circunstancias actuales que propiciaron su despido, haciéndose pendejos (como diría Maru Campos), como si no viviéramos los periodistas un acoso criminal desde las más altas esferas de la 4té, por la simple y sencilla razón de no adoptar el modelo de Lord Molécula como nuestro paradigma profesional.