martes, julio 1

Un alcalde contra el narco y el autoengaño presidencial. AL GRANO. Por Jesús López Segura

0
64

“Aquí no hay lugar para abrazos, aquí debe haber chingadazos”: Carlos Manzo, edil de Uruapan

Mientras en Palacio Nacional se insiste en que la delincuencia organizada debe ser enfrentada con sermones, abrazos y un puñado de carpetas de investigación que no llegan a nada, el alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, rompe filas y lanza un reto frontal al nuevo rostro del oficialismo: “Aquí no hay lugar para abrazos, aquí debe haber chingadazos”.

El presidente municipal de Uruapan, epicentro del terror en Michoacán, se atrevió a decir en voz alta lo que muchos funcionarios callan por miedo o complicidad: que los criminales no se rinden con buenos modales y que la estrategia federal de “paz sin balas” es un espejismo alimentado desde el escritorio que cada vez más delinea las características típicas de un narcoestado. Ante una presidenta que repite los mantras de su antecesor, Manzo pide resultados, no retórica.

Nada manso, el alcalde pidió a Claudia Sheinbaum con mordaz claridad que, si de verdad cree en su estrategia de paz evangélica, mande a su flamante secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, a intentar aplicar su doctrina en el infierno que es Uruapan: un municipio asediado por comandos armados que controlan todos los cerros alrededor del poblado y las rutas y cosechas de aguacate como si fueran botín de guerra.

“Si lo logran sin disparar un arma, yo me hago a un lado y pido licencia”, dijo Manzo con una ironía que rebasa cualquier declaración de campaña y que le está dando una muy bien ganada notoriedad mediática.

“Si ella considera que sin un disparo, o con buenas palabras, o con llamarles a que se rindan, con eso va a ser suficiente, adelante. Yo me hago un lado, si ella lo logra lo más pronto posible, yo pido licencia a mi cargo y que ella ponga o a alguna persona que trabaje en coordinación con la estrategia que esté dando resultados”.

Mientras el Gobierno Federal invoca el “Estado de Derecho” como si los delincuentes lo respetaran, en Uruapan matan a empleados municipales en pleno día, al igual que en el resto del país, como ocurrió recientemente en plena Calzada de Tlalpan en la Ciudad de México. Y lo hacen con total impunidad, sentencia el alcalde rebelde.

Pero en lugar de escuchar el grito desesperado de la población de todo el país y de un alcalde que sí intenta cumplir con su deber constitucional de proteger a los ciudadanos, desde la Presidencia se le responde con tecnicismos legales, como si las balas se pudieran detener con citas del Código Penal:

“Hay un sistema penal acusatorio en México -respondió la Presidenta Sheinbaum– y lo que debe existir son carpetas de investigación o detenciones en flagrancia, acompañadas de pruebas que permitan determinar la culpabilidad o inocencia”.

En un país donde lo que priva es la indiferencia institucional, la sumisión ante el crimen y una narrativa oficial cada vez más desconectada de la realidad, el alcalde de Uruapan se ha convertido en una voz incómoda, sí, pero necesaria.

Comments are closed.