lunes, junio 30

¿Se agudiza la fractura entre AMLO y Sheinbaum? La Versión no Oficial. Por Jesús López Segura

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Jesús Ramírez impulsa el radicalismo en Los Angeles, mientras Sheinbaum suaviza el discurso

En su columna “El costo de las palabras“, Raymundo Riva Palacio traza con claridad una línea divisoria dentro del movimiento obradorista: por un lado, la presidenta Claudia Sheinbaum, pragmática y consciente de la gravedad del escenario de confrontación en Los Angeles; por el otro, el núcleo radical de Andrés Manuel López Obrador, aferrado a las viejas estrategias de movilización política.

Los disturbios recientes en Los Angeles, detonados por redadas antinmigrantes impulsadas por Donald Trump, exponen no sólo el drama migratorio sino también la disputa interna que carcome al obradorismo. Riva Palacio sostiene que Sheinbaum ha optado por un tono moderado y diplomático, abandonando los gestos retóricos amenazantes y priorizando el respeto a las leyes estadounidenses y los derechos humanos de los migrantes. La presidenta parece entender que Estados Unidos ha cambiado, que Trump hoy es más peligroso, más radical, y que cualquier error puede ser usado en su contra en la guerra cultural y política que se avecina.

Cuestionada esta mañana sobre la violencia de las manifestaciones migrantes, Sheinbaum se limitó a decir “no sabemos qué tanta provocación hubo realmente… Lo que sí es que fueron acciones violentas con las que no estamos de acuerdo y tienen que explicarse de dónde venían”.

Pero los radicales obradoristas, encabezados desde la sombra por Jesús Ramírez Cuevas, operan con una lógica distinta: siguen jugando el viejo guion de la insurrección simbólica, ondeando banderas mexicanas en protestas violentas, alimentando la narrativa de los sectores trumpistas que buscan criminalizar a los migrantes. Esta dinámica no sólo es torpe, sino suicida, sostiene el autor: le regala municiones a Trump y daña las posibilidades diplomáticas de México.

El punto más crítico del análisis es el reconocimiento explícito de una fractura estratégica entre Sheinbaum y López Obrador. No es un simple desencuentro de estilos, sino un choque frontal entre dos visiones: la institucional y responsable de quien gobierna, frente a la del movimiento que prefiere mantenerse en la lógica permanente de confrontación y victimismo, aunque eso implique debilitar la posición del país ante un enemigo formidable como Trump.

Riva Palacio deja claro que Sheinbaum debe romper con ese radicalismo si quiere consolidar su proyecto de gobierno. Mientras ella llama a la calma, los viejos operadores del obradorismo radical siguen jugando con fuego. No se trata sólo de una pugna interna: es una batalla por definir qué tipo de relación tendrá México con Estados Unidos en un periodo geopolítico decisivo.

La columna es, en suma, un diagnóstico sobre una ruptura que ya es inocultable, con implicaciones profundas para el futuro inmediato del país.

Si en verdad Jesús Ramírez -jefe de asesores de la Presidenta- atiza la confrontación en Los Angeles, estaría dando sustento a la hipótesis de que, una vez dueño absoluto de la Suprema Corte, habida cuenta de que el Legislativo, las secretarías de Gobernación y Desarrollo Social, entre otras; el partido Morena, el Ejército y la Marina, así como una aplastante mayoría de gobernadores y gobernadoras afines le guardan una lealtad inquebrantable, don Andrés ya no tiene impedimento alguno para… lo que sea que quiera hacer a fin de imponer a su hijo en la silla presidencial, dado que, por presiones de Donald Trump o por lo que sea, su heredera en la jefatura del Ejecutivo está desarrollando hábitos que no empatan al 100% con sus deseos, sobre todo en materia de Seguridad.

La ocasión idónea para la operación que ya parece estar en marcha -por los pleitos de Sheinbaum con La Jornada, por ejemplo- la daría la revocación de mandato. Al tiempo.

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