viernes, junio 13

Sigue el jaloneo contra la autonomía en la UAEMéx. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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No es sano para la autonomía universitaria sustituir el dedazo del rector con el de grupos externos

En la Universidad (todavía) Autónoma del Estado de México, Morena y sus operadores políticos (el líder del Congreso local, Francisco Vázquez y algunos diputados de Morena, además de exrectores y exgobernadores mencionados, en abstracto, por el lenguaraz alcalde toluqueño, Ricardo Moreno Bastida), parecen haber encontrado la fórmula perfecta para destruir lo que queda de la autonomía universitaria: disfrazar de “democratización” lo que en realidad es un asalto al poder universitario a través de simulaciones “participativas”. El Congreso local, con la misma mano que impulsa la Reforma Judicial para aniquilar contrapesos al poder presidencial, ahora busca consolidar su intromisión en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx).

¿La estrategia? Manipular a los más vulnerables: no a los profesores más conscientes o a los estudiantes que cursan los últimos semestres, que conocen la vida universitaria y pueden oler un engaño político a distancia, sino a los más jóvenes, los recién llegados, los que aún creen que un “voto universal” suena bonito sin entender el trasfondo del juego sucio que se cocina detrás.

El Enjambre Estudiantil Unificado —una asamblea que aparece oportunamente en el libreto— presentó tres propuestas de “voto universal” para elegir rector o rectora (según publicita cierta prensa local). ¿Qué tienen en común? Todas, aunque adornadas con palabrería democrática, allanan el camino para que la elección deje de ser un asunto académico y se convierta en un botín político por voto mayoritario estudiantil, el más numeroso de los tres sectores.

Detrás de la “consulta”, del “empoderamiento estudiantil” y de la “voluntad mayoritaria” no está el interés genuino por mejorar la vida universitaria en pos de la excelencia académica, sino el interés feroz de algunos sectores duros del morenismo local por tomar por asalto las universidades públicas. Y para ello necesitan, como en la Reforma Judicial, procesos confusos, votaciones manipulables, sectores desmovilizados y jóvenes impresionables que, sin la experiencia necesaria, terminen sirviendo de carne de cañón en una guerra que, en numerosos casos, ni siquiera entienden.

La receta es vieja: simular democracia, repetir hasta el cansancio que “la mayoría manda” y, mientras tanto, colocar piezas leales en posiciones estratégicas. Si funciona con jueces, ¿por qué no habría de funcionar con rectores?

El poder detrás del telón no quiere una universidad crítica, autónoma, pensante. Quiere una universidad sumisa, alineada al servicio del proyecto político en turno. Lo demás —asambleas, consultas, actas, porcentajes— es puro maquillaje “democrático” para cubrir lo que es en realidad un intento burdo de control político que termine por aniquilar la autonomía de la universidad.

¿Consulta democrática? No. Es el preludio de la colonización universitaria por parte del morenato más ignorante y silvestre, presumiendo un radicalismo de izquierda, pero paradójicamente nutrido con personajes del oportunismo ultraconservador más rancio, como Eruviel Ávila, José Martínez Vilchis y Efrén Rojas, entre otros.

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