En Puebla, la 4T se quitó la careta progresista y sacó a relucir su vena más rancia y autoritaria

El Congreso local poblano, dominado por el oficialismo morenista, aprobó al vapor una ley que castiga con cárcel los insultos en redes sociales. Sí, cárcel por decirle corrupto al corrupto o pederasta al pederasta.

Lo más grotesco es que el impulsor y beneficiario de esta represión es el gobernador Alejandro Armenta, un morenista que presume de izquierda pero que no desentonaría en un gabinete decimonónico conservador, o mejor aún, al lado de su verdadero mentor ideológico: Mario Marín, el tristemente célebre “Gober Precioso”, protector de pederastas y censor profesional.

Así, como buen discípulo del viejo PRI poblano, Armenta revive el legado autoritario de los gobernadores que mandataban a garrotazos y mordazas. La Ley del Ciberasedio es solo el nuevo juguete represor del régimen estatal, armado para callar a críticos incómodos como la cuenta anónima Aldea Poblana, cuya existencia parece tener más preocupado al gobernador que el colapso del IMSS-Bienestar o el descontento social que se acumula por su mediocre gestión.

¿Libertad de expresión? Un estorbo para estos aprendices de dictador. Y como era de esperarse, ni siquiera se tomaron la molestia de consultar a especialistas o abrir el tema a debate ciudadano. ¿Para qué? Lo suyo es legislar en lo oscurito, con prisas, sin diagnósticos y con la consigna de blindar al señor gobernador de críticas “chocantes, inquietantes u ofensivas”. Lo peor de todo, como inexorablemente ocurre en estos casos, las críticas que tratan de acallar se multiplicarán por mil. No aprenden.

El discurso es el de la izquierda, pero la práctica es la del viejo PRI autoritario. Y mientras Armenta se envuelve en la bandera de Morena, legisla como los más reaccionarios de la Puebla conservadora, echando mano de leyes vagas, peligrosamente amplias y listas para ser usadas a conveniencia contra periodistas y ciudadanos críticos.

El Gober Precioso debe sentirse muy orgulloso de su alumno.