miércoles, junio 25

Muy molesto Donald Trump porque se violó el presunto acuerdo de paz que había anunciado

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Se siente frustrado por la desobediencia de Irán e Israel. Le jalará las orejas a Netanyahu, insinúa

Por Jesús López Segura

Con la habitual grandilocuencia de quien se siente dueño del mundo, Donald Trump volvió a colocarse en el centro del tablero internacional como supuesto árbitro del conflicto entre Irán e Israel. En un giro digno de tragicomedia, el presidente estadounidense anunció con bombos y platillos un “cese al fuego total” que se frustró con bombas y misiles entre ambas naciones —sin aportar un solo detalle— y apenas unas horas después ya estaba enfadado porque, sorpresa, lo violaron.

“Estoy molesto con Irán, estoy molesto con Israel; particularmente con lo que hizo Israel esta mañana”, declaró Trump antes de abordar el Air Force One rumbo a Holanda, como si sus regaños pudieran poner orden en una guerra que él mismo contribuye a escalar. Acto seguido, prometió “calmar a Israel desde su avión, como si Netanyahu fuera un niño caprichoso al que basta con una llamada para que guarde sus misiles.

Mientras en su red social Truth Social Trump celebraba el supuesto fin de “la guerra de los 12 días”, al mismo tiempo confirmaba que ordenó el bombardeo de las instalaciones nucleares iraníes de Fordo, Natanz e Isfahán, jactándose de haberlas dejado “completamente demolidas”. ¿Paz? Sí, pero con fuego.

En un alarde más de su síndrome de omnipotencia, Trump descalificó a la prensa internacional por atreverse a cuestionar la magnitud de los daños causados por sus misiles: “No podrán restablecerlas, fueron destruidas; quedó roca sobre roca”. El problema es que, fuera de su burbuja digital, diversos medios y expertos apuntan que las evidencias satelitales no confirman su versión. Pero a Trump nunca le han interesado los hechos cuando interfieren con su narrativa de héroe justiciero.

Así, entre promesas de pacificación y órdenes de ataque, Trump se planta en la reunión de la OTAN en Holanda buscando respaldo a su “plan de paz”, que consiste básicamente en imponer fuego cruzado y luego posar como el salvador. Una vez más, su política exterior se reduce a un espectáculo de contradicciones en el que el guion cambia según el humor del protagonista. Y como ya es costumbre, el mundo entero es obligado a seguirle el juego.

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