viernes, julio 18

Sheinbaum le da una sopa de su propio chocolate a Trump. AL GRANO. Por Jesús López Segura

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El Team América presume “heroísmo antinarco” al tiempo que prohíja la mayor adicción planetaria

La presidenta Claudia Sheinbaum salió al paso de las declaraciones de Donald Trump, quien —como es costumbre— acusó que el gobierno mexicano le teme al narcotráfico. La mandataria respondió con tono diplomático, sin caer en confrontaciones directas, pero dejó sobre la mesa una verdad incómoda expuesta en los mismos términos que suele usar el mandatario Ku KLux Klan, pero sin sus insultos: Estados Unidos no ha hecho lo suficiente para combatir el consumo de drogas en su territorio, ni mucho menos ha demostrado voluntad política para desmantelar las redes de distribución internas que alimentan su propia crisis de adicción”.

Y mientras Sheinbaum recapitula los esfuerzos mexicanos por frenar la producción y el tráfico de drogas —con leyes ya endurecidas contra el fentanilo, incluso antes que la legislación impulsada por Trump—, queda flotando una pregunta esencial que rara vez se plantea con seriedad del otro lado de la frontera: ¿por qué no hay investigaciones ni acusaciones formales contra políticos estadounidenses vinculados con el narcotráfico?

En México, los vínculos entre el crimen organizado y funcionarios públicos han dejado una larga estela de escándalos, juicios, condenas y rumores, así como, lamentablemente, pactos evidentes de impunidad. Sin embargo, secretarios de Seguridad, gobernadores, altos mandos del Ejército y exfuncionarios federales han sido señalados y algunos procesados por colusión con cárteles.

Pero en Estados Unidos, a pesar de que los estupefacientes llegan a las calles con una eficiencia logística que envidiarían Amazon o Mercado Libre, y pese a que existen redes de distribución que mueven millones de dólares, no se conocen casos de congresistas, gobernadores o altos funcionarios acusados por connivencia con los capos. ¿De verdad no hay complicidad política en un negocio que mueve miles de millones de dólares al año dentro de su propio territorio?

La presidenta Sheinbaum se cuidó de no escalar el conflicto con su poderoso vecino, pero lanzó el mensaje con claridad: la estrategia antidrogas estadounidense no funciona, y lo que pasa en México no es ajeno al fracaso del otro lado de la frontera. La lucha contra el narco no puede ser sólo una narrativa que criminaliza a los países productores o de paso, mientras se ignora la podredumbre institucional que permite su florecimiento en el país que más consume.

Trump, como de costumbre, dispara sin pruebas. México, con todos sus defectos, sí tiene políticos en la cárcel por narco. ¿Y Estados Unidos? Solo tiene el beneficio de la duda. Y el silencio.

Echemos un vistazo a los kukluxklanes que demonizan a nuestra Presidenta, aunque hay que reconocer, in the other hand, que tienen algo de razón:

 

 

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