lunes, octubre 13

Disfrazarse de Juanita, ¿estrategia de Sheinbaum para su emancipación? AL GRANO. Por Jesús López

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Insiste en darle por su lado al patriarca, mientras desmantela el pacto criminal de los “no balazos”

Claudia Sheinbaum jura una y otra vez que no hay rompimiento con su antecesor. Insiste en que lo suyo no es un viraje de la “estrategia” de seguridad -como asegura el embajador estadunidense Ronald Johnson-, sino apenas un fortalecimiento de ciertas áreas. Agradece y reverencia al “hombre íntegro” que le heredó la Presidencia, aunque todo indica que lo que en realidad heredó fue un movimiento maniatado por pactos con criminales, compromisos con empresarios “generosos” y un par de hijos presidenciales que pasaron de la precariedad a la opulencia, sin escalas.

Lo irónico es que, mientras la presidenta insiste en darle por su lado al patriarca, cada paso que da en materia de seguridad se traduce en un desmontaje gradual del pacto de impunidad que sustentó los años de “abrazos, no balazos”. La intensificación de las operaciones contra el narcotráfico, celebrada en Washington como “un cambio audaz”, no es precisamente continuidad: es, en los hechos, el desmantelamiento de aquella política que encubrió los entendimientos inconfesables de su mentor.

Sheinbaum no puede darse el lujo de romper públicamente con López Obrador: Morena sigue siendo su plataforma y los fanáticos del obradorismo puro la acechan a la menor señal de fractura. Pero tampoco puede gobernar con las cadenas que le dejó el caudillo, un hombre que —según sus críticos— pactó con el diablo mientras se proclamaba incorruptible.

De ahí la paradoja: la presidenta repite con una sonrisa que “no hay diferencias”, al tiempo que multiplica la investigación, refuerza la inteligencia policial y se coloca en la acera opuesta de la permisividad que caracterizó a su antecesor. Una delicada coreografía política en la que la retórica es homenaje, pero la acción es ruptura.

En la práctica, Sheinbaum está haciendo lo que no podía reconocer abiertamente: consolidar su propio mandato a costa de ir desatando, uno por uno, los nudos que el hombre íntegro dejó atados.

Me atrevo a plantear una hipótesis tan descabellada, porque me resisto a creer que alguien formado en el estimulante ambiente de la Facultad de Ciencias de la UNAM, sea capaz de enunciar, con sinceridad, tantas inconsistencias absolutamente inverosímiles, tantos axiomas absurdos, tantos teoremas no demostrados.

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