José Antonio Meadegaray Kuripeña: Por Jesús López Segura / La Versión no Oficial
La cargada mediática: Ciro Gómez se descara
https://youtu.be/w_ikTiQ7H90
José Antonio Meadegaray (Helio Flores dixit) Kuripeña (Julio Hernández López dixit) ha resultado ser un muy buen prospecto mediático como híbrido idóneo del prianismo. Un portento dijo Salinas en lo que sí constituye un romántico beso del Diablo. Se desempeñó de maravilla en el maratón de entrevistas que las televisoras hegemónicas del país le brindaron con sumisa rapidez colaboracionista tan pronto como fue destapado como el candidato del PRI a la Presidencia.
Ya se conocían las dotes del ex secretario de Hacienda para declarar, conciso y preciso, en todo lo referente a indicadores socioeconómicos desde la trinchera del Desarrollo Social, de Hacienda, o desde cualquier foro político o académico. Pero ayer se rebeló como un buen prospecto mediático, como un buen producto electoral para el marketing político que ya está desatado en todo su esplendor salvaje, al margen de cualquier legalidad electoral.
Incluso tuvo arrestos don Pepe para desatar la guerra sucia contra López Obrador. Dejó el papel defensivo que históricamente han asumido los candidatos del PRI -debido a la inocultable cola con la que habitualmente están adornados-, para pasar desde el primer día de su destape a la ofensiva, cosa que Ciro Gómez Leyva distorsiona con una perversidad pocas veces vista, porque fue en su mismo noticiario matutino donde Meade acusó a López Obrador de estar sediento de poder y otras lindezas, pero, horas más tarde, en su noticiario nocturno de Imagen TV, Ciro lo presenta como víctima inocente de los ataques de AMLO.
Tuvieron mucho más profesionalismo todos los noticiarios de Televisa que presentan las ofensas de AMLO -le dice “Señoritingo”, “pelele” y “títere”, como reacción a los ataques del precandidato simpatizante del PRI. A ver si los asesores de López Obrador, si es que los tiene, le van explicando que Ciro Gómez no es su amigo y no tiene por qué andarle obsequiando entrevistas para que luego lo apuñale por la espalda.
También el eterno candidato de izquierda debería tomar conciencia -y mientras más pronto mejor- de que tiene que salir de su zona de confort y empezar a armar discursos y proyectos que reflejen su capacidad para transformar realmente al país, porque con dicharachos sobre “la mafia del poder”, pronunciados con una lentitud discursiva que francamente da güeva, difícilmente va a poder superar al académicamente sólido Meade en una contienda que va a dirimirse casi por completo en redes sociales, donde AMLO puede ir perdiendo poco a poco el enorme número de admiradores y fans que no han tenido, hasta ahora, puntos de comparación.
AMLO debería ir pensando seriamente en evaluar si tiene todavía la fuerza para cambiar, para aprender, para determinar quiénes son realmente sus amigos y qué tanto le conviene asociarse con gentuza como Higinio Martínez Miranda o como los corruptos dirigentes del PT, porque Meade viene con todo a decir que, a pesar de haber colaborado intensamente con ellos, él mismo no está salpicado por la corrupción de la pandilla dinosáurica que lo impulsa como candidato, aunque ya el gran Álvaro Delgado señala hoy mismo en la revista Proceso que la presunta honradez a toda prueba de quien afirma no tener cadáveres en el closet, podría ser un mito genial.
La principal debilidad de Meade radica precisamente en su aparente fortaleza. ¿Cómo es posible que una blanca palomita, tan culta e inteligente, tan preclara en los números, no se haya percatado de que estuvo colaborando durante lustros con una pandilla de rateros?
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