viernes, julio 26

Juega Ciro Gómez al reportaje estilo García Luna: Por Jesús López Segura / La Versión no Oficial

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Los voceros de la nueva derecha arman la “resistencia”

 

Ciro Gómez Leyva presenta en la noche -y repite por la mañana- un reportaje grabado por las Fuerzas Armadas y distribuido entre las televisoras para ilustrar el nuevo rostro de la guerra contra el crimen, donde el Ejército y la Marina hacen esfuerzos -muy encomiables por cierto- para proteger los derechos humanos de los presuntos delincuentes.

Mientras en las redacciones de varios noticiarios televisivos presentan la nota sin mayores comentarios, Ciro aprovecha la oportunidad para sembrar nuevamente sus críticas contra el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador en su intención de retirar a las fuerzas armadas de esa lucha: “no es lo mismo prometer en campaña que gobernar en los hechos”, sentencia, mientras detracta a quienes criticamos esa nefasta y contraproducente “guerra calderoniana”.

La producción de este reportaje sobre un enfrentamiento en Matamoros, Tamaulipas, está confeccionada al estilo “García Luna Productions“, donde soldados eficientísimos dominan a disparos a un grupo de delincuentes armados y luego, ya sometidos, son controlados por su jefe para evitar una ejecución sumaria: “¡Hay que ser honorables, caramba¡ El jale fue en buena lid”, les gritaba para finalmente ponerlos a atender las heridas de los delincuentes (¿actores?) en un lance que perfila a los uniformados como auténticos campeones de los derechos humanos.

Después de 12 años de militarización plena, el conductor estrella de la nueva cadena de televisión no parece haber entendido que la estrategia de “guerra contra la delincuencia” ha resultado no solamente contraproducente desde el punto de vista del supuesto objetivo de abatir la violencia y los índices de consumo y tráfico de estupefacientes, sino que ha significado un auténtico baño de sangre, una tragedia de lesa humanidad que no se puede ignorar, y mucho menos justificar.

Luego de exhibir la puesta en escena rosa de estos soldados idílicos (sólo les faltó a los productores ataviarlos con cascos azules), Ciro critica la intención de López Obrador de regresarlos a sus cuarteles y se pregunta, con el gesto histriónico típico de condena con el que se despide a diario exhortando al ¡ánimo! a su audiencia: ¿qué va a hacer López Obrador?… ¿Con qué los va a sustituir?

Ignoramos cuál sea el motivo por el que este vocero de la nueva derecha mexicana – grupo derrotado electoralmente que construye a pasos forzados su propio movimiento de resistencia para evitar lo que el morenismo llama “la cuarta gran transformación nacional”-, se opone de manera tan necia a la creación de policías eficientes que Calderón y Peña prometieron formar, incumpliendo el compromiso porque les resultó más cómodo sacrificar a nuestras heroicas fuerzas armadas en tareas que no les corresponden y para las que no están capacitadas.

Los demonios civiles del militarismo mexicano no se cansan de comprometer a los estoicos jefes militares a que acepten una responsabilidad que no les compete, a saber, reprimir a un pueblo víctima del atraco, del saqueo oficial de la riqueza nacional.

A estos demonios civiles no les preocupa en absoluto el tráfico y el consumo de drogas -puesto que, lejos de combatirlos, los han estimulado con estrategias disfuncionales durante dos sexenios al hilo-, sino mantener aterrorizada a una población completamente inerme, mientras se efectúa el desvalijamiento brutal de los bienes de la Nación.

Los voceros de la nueva derecha mexicana, con Ciro Gómez Leyva a la cabeza, seguirán tratando de convencernos de que aceptemos como “nuestra única salida” este suicidio colectivo. Preguntan por soluciones porque no les parece suficiente lo que ha planteado López Obrador en el sentido de convocar a una auténtica consulta nacional e internacional para encontrar soluciones alternativas viables y eficientes.

Están muy satisfechos con los desastrosos resultados de la trágica decisión personal, sin consultar a nadie, de un autócrata que cometió el pecado de violar la constitución mexicana arrojando a nuestras respetabilísimas fuerzas armadas en una aventura absurda tanto en sus intenciones de combatir la violencia con más violencia, como en sus trágicas consecuencias después de doce años de sufrimiento tan costoso, como innecesario. ¿Quién es el estúpido?

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