viernes, julio 26

Zedillo pone el dedo en la llaga del prohibicionismo, pero medios neoliberales desvían la atención: Por Jesús López Segura / LA VERSIÓN NO OFICIAL

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López Obrador promete “ya no repetir los errores” que denuncia Zedillo, pero igual lo mediatizan

Al presentar el documento “La Política de Drogas en México: Causa de una Inmensa Tragedia Nacional”, el expresidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León, dijo que mantener la política de la prohibición, como propone Estados Unidos, es más de lo mismo y no corresponde a la realidad ni a las nuevas corrientes de pensamiento sobre el problema.

Expuso que la guerra global contra las drogas, basada en la prohibición y criminalización, ha fracasado con consecuencias devastadoras para las personas y las sociedades alrededor del mundo, y afirmó que México es uno de los ejemplos más dramáticos de ese fracaso y sus costosas consecuencias.

Zedillo admitió haberse equivocado durante su mandato; propuso la legalización y lamentó la reunión de las Naciones Unidas en la que un amplio grupo de países, entre ellos México, adoptó el prohibicionista “Llamado Global a la Acción Sobre el Problema Mundial de las Drogas” propuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Pero la inmensa mayoría de los medios televisivos en México destacan la parte de la declaración de Zedillo en la que admite haberse equivocado, cuando la noticia en realidad era la dura crítica que hace contra el modelo seguido por todos sus sucesores, hasta la fecha, y que ha provocado la tragedia nacional de unos 250 mil muertos en los dos últimos sexenios, decenas de miles de desaparecidos, centenares de miles de desplazados y una criminalidad incontrolada por un Estado prácticamente fallido o, incluso, en buena medida, cómplice de los grupos criminales.

A este respecto, el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, declaró: “Creo que fue una buena confesión. Es de sabios rectificar, cambiar de parecer, reconocer los errores… Ya no se debe de repetir lo mismo de sexenios pasados en donde, para ganar legitimidad, se le pegó un garrotazo a lo tonto al avispero y se nos metió en esta grave crisis de inseguridad y de violencia”.

Con respecto a la legalización, López Obrador expresó: “Vamos a analizar todas las posibilidades. Lo dije en campaña: no descartar nada. Vamos a ver qué es lo que más conviene, pero tenemos que parar esta guerra, no podemos seguir con esta violencia. Cada vez se encuentran más fosas con cuerpos, fosas clandestinas, lo de los cuerpos que no son identificados…”.

“Yo voy a presentar un plan integral porque si no, no se entendería… Cuando hablé en campaña de amnistía me cuestionaron muchísimo, porque solamente planteé este tema y lo sacaron de contexto. No apuntaron que también he venido hablando desde hace años de atender las causas”.

Pero de nueva cuenta, los medios televisivos neoliberales destacan o de plano se limitan a incluir la parte donde se refiere a la mea culpa de Zedillo, resaltando que “es de sabios cambiar de parecer”.

Zedillo también lamentó que México haya firmado el acuerdo prohibicionista promovido por Donald Trump, mientras el clamor mundial apunta en otro sentido. Definió como estúpida la política estadunidense inspirada en ese paradigma y dijo que nuestro país puede compaginar los dos enfoques sin ningún problema, al satisfacer las demandas gringas de castigar el tráfico ilegal, pero ensanchando el margen dentro del país de lo que se considera “ilegal”, al consolidar la legalización.

René Delgado presenta su comentario de Despierta con Loret (Televisa) en forma muy similar a nuestra nota de ayer de Notiguía, cuando enfatizamos que mientras Zedillo condenaba la política prohibicionista de Estados Unidos, el gobierno de Peña la ratificaba.

 

“En las redes sociales hubo una fuerte actividad. Los internautas respondieron con asombro y también con apoyo a la declaración de Zedillo. Entre las discusiones que generó esa aceptación de un error destacaron las críticas a las políticas de seguridad implementadas por otros ex presidentes mexicanos para atacar el narcotráfico. Los comentarios alcanzaron con mayor énfasis al ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa, quien, entre los ex mandatarios aludidos por los usuarios, fue el que generó mayor interacción. Le exigieron que acepte que en diciembre de 2006, al declararle la guerra a las drogas, desató una matanza cuyas consecuencias siguen hasta hoy”, dice un análisis de SinEmbargo, en el que se agrega:

“En la memoria colectiva de los tuiteros mexicanos aún se mantiene presente el incremento de los índices de inseguridad y la violencia que rompieron récords históricos a partir de la implementación de la guerra contra el narcotráfico, estrategia que el panista Calderón Hinojosa impulsó durante todo su sexenio, a pesar de ser cuestionada por expertos, activistas y ciudadanos en general”.

Pero independientemente de lo que se diga en las redes sociales, la responsabilidad histórica sobre el genocidio mexicano recaerá fundamentalmente en Enrique Peña Nieto, porque a diferencia de Calderón -quien de ningún modo quedaría exculpado- Peña tuvo oportunidad de evaluar ya no digamos los nulos resultados de la estrategia seguida por su antecesor -quien fue pionero en llevar a extremos de “guerra interna”, nunca antes vistos, el paradigma prohibicionista-, sino de tener en la mano cifras que revelaban resultados escandalosamente contraproducentes respecto de los presuntos objetivos de “abatir los índices de tráfico, consumo y criminalidad” con el uso inconstitucional de las fuerza armadas.

Los resultados del sexenio de Calderón fueron pavorosamente contrarios a los objetivos planteados, lo que significa que seguir al pie de la letra, en el sexenio de Peña Nieto, con la misma “política de seguridad”, fue una gravísima irresponsabilidad del todavía Presidente de México. Conforme tenga tiempo de reflexionar en su futuro retiro en su mansión y campo de golf en Ixtapan de la Sal, y lo abandonen las huestes de lambiscones que hoy lo mantienen sedado… obnubilado, quizá llegue a cobrar conciencia del terrible daño que le hizo a la nación.

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