domingo, octubre 13

El “Femenismo” (sic), Waterloo de AMLO. LA VERSIÓN NO OFICIAL. Por Jesús López Segura

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“Woman is the nigger of the World”: John Lennon, Yoko Ono y el grupo Elephant’s Memory Band

Apenas hace algunas décadas, la mujer no podía votar. El 17 de octubre de 1953 (un mes antes del nacimiento de Andrés Manuel López Obrador), el Presidente Adolfo Ruiz Cortines promulgó las reformas constitucionales para que las mexicanas gozaran de la ciudadanía plena. En las elecciones federales de 1955, las mujeres acudieron por primera vez a las urnas a emitir su voto.

19 años después, John Lennon interpretaría la canción “Woman is the nigger of the World” en directo junto a Yoko Ono y el grupo Elephant’s Memory Band en el Dick Cavett Show en mayo de 1972. Debido al “controvertido título”, los dirigentes de la cadena de televisión ABC solicitaron a Dick Cavett que presentara disculpas al público antes de la canción “para prevenir cualquier incidente”.

Y 67 años más tarde, el presidente que presume encabezar un movimiento de la talla de la lucha por la Independencia de México, de la Reforma y la Revolución, rodea con una valla metálica de 3 metros de altura su casa, el Palacio Nacional, donde habita como si fuera un virrey, para aislarse de cualquier contacto con mujeres que ya se cansaron de esperar.

La lucha “femenista“, como dice el mandatario con aspiraciones de gran héroe nacional -que ni siquiera se ha tomado la molestia de pronunciar bien el nombre del movimiento que terminará por derrocar su conservadurismo inocultable-, no lleva siglos, como aseguró solemnemente la titular de una Secretaría de Gobernación disminuida a su mínima expresión, sino milenios.

El Patriarcado en el mundo se instauró tan pronto como nos bajamos de los árboles para incursionar en la cacería. El hombre empoderado con esa práctica carnívora, dejó paulatinamente de respetar a las mujeres que se hacían cargo del gobierno y del cuidado de los niños, para irlas relegando y limitando, poco a poco, hacia esa última labor.

Así pasaron milenios en los que las atrocidades del humanismo matriarcal perdido por la cacería (no sólo de bestias comestibles, sino de esclavos primero, siervos después y finalmente obreros), devinieron en guerras de dominio geopolítico por cuenta de las civilizaciones mejor armadas, hasta nuestros días.

AMLO no tiene la menor idea de lo que significa el auténtico feminismo. No es una lucha por el “empoderamiento de las mujeres” como creen las y los feminoides, así como las y los asesores del presidente que le aconsejaron imponer “la equidad de género” en las disputas electoreras, así como “equilibrar su gabinete” como muestra de un compromiso aritmético con la mujer.

El verdadero feminismo nos involucra también a los hombres en la durísima tarea de proteger -junto con las mujeres- contra nuestros propios impulsos brutales de dominación, a nuestras niñas, niños y adolescentes.

El hombre ha debido provocar innumerables guerras, genocidios -incluido el de millones de mujeres en la Edad Media- y atrocidades indecibles -como la de negarles atención médica apropiada a mujeres que deciden, en todo su derecho, abortar- para llegar al punto en el que ha puesto el planeta entero al borde de la destrucción.

El amor por la naturaleza, el compromiso auténtico por su preservación, la determinación fisiológica inapelable de la mujer por la supervivencia de sus críos, hubiera impedido que el macho pusiera nuestro hábitat global en un peligro ya no latente o probable, sino inminente como el que representa el calentamiento global.

De seguro que un gobierno matriarcal auténtico (no de feminazis intoxicadas con testosterona) habría canalizado la evolución industrial por caminos que el hombre -en su ambición desbocada de poder- ha desdeñado para obtener la máxima ganancia en el menor tiempo, a costa del medio ambiente y del sufrimiento de miles de millones de seres humanos y millones de especies condenadas a desaparecer.

No don Andrés Manuel López, las feministas y los feministas auténticos no somos conservadores como usted… nos señala. Y consideramos una ofensa imperdonable que en su evento conmemorativo mañanero de hoy no haya figurado como una invitada especialísima Lydia Cacho, cuya lucha casi solitaria contra la violencia feminicida y pederasta es ejemplo mundial de heroísmo y dignidad.

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