miércoles, noviembre 13

AMLO, muy resentido con medios hegemónicos. Por Jesús López Segura

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Mucho rollo, pero ninguna acción concreta contra concesionarios televisivos y radiofónicos golpistas

Casi toda la Mañanera de hoy -que duró poco menos de dos horas-, la dedicó el Presidente de México a despotricar contra el manejo que los medios hegemónicos dieron al más reciente reporte -ciertamente escandaloso- de la Auditoría Superior de la Federación: estaban esperando un informe así para echársenos encima.

Arranca el mandatario con un resumen -en video editado por los miembros de su equipo de prensa- de los principales comunicadores del país refiriéndose de manera escandalosa al reporte -finalmente apócrifo- de un auditor en graves aprietos.

El principal reclamo de don Andrés es que los Loret y los Ciros y Brozos no constataron la información de la ASF antes de condenar a su gobierno. No revisaron si el informe era cierto.

¿Y cómo diablos piensa el Presidente que los medios pueden constatar, antes de publicar, que una auditoría de esa envergadura, realizada -no por ente particular sospechoso alguno, sino por un órgano oficial de la Cámara de Diputados-, estaba bien hecha?

No hay forma. El jefe del Ejecutivo federal está pésimamente asesorado en materia de Comunicación Social. Jesús Ramírez Cuevas lo confronta a diario precisamente con aquellos enemigos de su administración que tienen una influencia determinante en más del 50% de la población, merced a las concesiones que les ha otorgado el Estado mexicano.

La síntesis videográfica, en todo caso, tendría que haberse abocado a monitorear de qué forma los medios rectificaron -o no- la información inicial luego de darse a conocer que el auditor David Colmenares reculó por el reclamo presidencial. Ésa era la metodología de análisis de prensa que hubiera arrojado los resultados que busca incansablemente el mandatario mexicano, a saber, cuáles medios y reporteros o conductores están al servicio del viejo régimen y luchan por su restauración.

Si después de publicarse el lastimoso reconocimiento del auditor en el sentido de que la cagó, ciertos medios no rectificaron y continuaron con el linchamiento contra López Obrador, ahí tendría la información que busca el Presidente, es decir, quiénes lo queman en leña verde independientemente de si la información que usan justifica -o no- esa línea editorial detractora de su gobierno.

Aquí consigné ayer la columna de Carlos Loret de Mola exhibiendo al titular de la ASF como un mafioso, con pelos y señales de a quién había que acudir para que sus extorsiones prosperaran y los funcionarios corruptos pudieran librar las acciones de ese órgano -por momentos eficaz y honrado- ahora prostituido.

También me referí a la villana favorita de los chairos, Lilly Téllez, condenando que al auditor superior de la federación no se le diera la aritmética. Ella y Loret son acaso los más típicos representantes del antiobradorismo salvaje, pero tuvieron la decencia de rectificar cuando el auditor reconoció su pifia.

Yo mismo -que me considero un analista de izquierda- resalté los planteamientos noticiosamente relevantes de la ASF, porque ponían -antes de que el auditor mismo reculara- en serio predicamento la presunta vocación obradorista por erradicar la corrupción -al menos en la retórica compulsiva del mandatario, no tanto así en las consecuencias judiciales de su discurso cotidiano-.

Así que lo que presenciamos hoy en la Mañanera fue un espectáculo lamentable donde López Obrador -mal aconsejado por un vocero resentido y podríamos decir que acomplejado- despotrica sin bases metodológicas correctas -igualito que el auditor de marras- contra comunicadores famosos que no se pliegan a la línea editorial del oficialismo ramplón que Jesús Ramírez trata de imponer desde Palacio Nacional, pero sin atreverse a tocar las concesiones televisivas y radiofónicas millonarias de sus presuntos detractores.

Puro rollo y lloriqueo aderezado con tan inocultables autoguayabazos “maderistas” que por momentos rayan en la megalomanía. Le urge al Presidente de México buscarse un vocero que lo aconseje bien y no le ande alimentando resentimientos que se ventilan en una retórica mañanera grandilocuente pero inocua.

Han convencido al Presidente de que los concesionarios -como el resto de los mexicanos- tienen derecho a una libertad de expresión plena -lo cual es falso, porque están limitados por condiciones muy claras reguladas por la ley- y que él ejerce su derecho de réplica, lo cual también es falso porque ese derecho se debe ejercer en el mismo medio que la origina.

Por donde quiera que se le vea, el peor enemigo del Presidente de México es su vocero.

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